Un alegato
a favor de los subtítulos
Por: Carlos Monsiváis
21/MAR/2010
Carlos Monsiváis |
Atiéndase la plegaria de los grandes protagonistas de este
melodrama de estafas a la nación, el rezo confusamente cívico de Enrique Peña Nieto,
gobernador del Estado de México y causante del conflicto donde el PRI y el PAN
se alían, se pelean y se denuncian, todo por ese año tan peleonero, 2012. Peña
Nieto se sintió en la necesidad de acudir a su carisma para suspender la
batalla, los comentarios, los análisis políticos y el mero rumor maligno. Así
lo dijo: “No es momento de debates. En este momento de gran crispación
política, de gran encono político, de grandes diferencias que se han venido
presentando hoy entre partidos y entre actores políticos, entre las distintas
fuerzas… Tenemos que mirar más allá de estas diferencias, más allá de estos
enconos que no deben entramparnos en un debate que no nos lleva a ningún lado”.
¿Alguien habrá pensado en un sistema de traducción simultánea de lo que dicen los políticos, no de lo que quieren decir, algo que pertenece al insondable reino de la conciencia, sino de lo que dicen? El inventor de este sistema tendría garantizada una clientela amplia y entusiasta. ¿Qué quiso decir Peña Nieto? En primer lugar, quizás aludió (el quizás es inevitable en estos casos) a la contienda y a la crítica numerosa que despertó el pacto gracias al cual, y a cambio del apoyo a la reforma fiscal de Calderón, el PAN se comprometía a no aliarse con nadie en las elecciones de 2011 en el estado de México. Pero a nada de esto se refieren las palabras de Peña Nieto. ¿De dónde saca el futuro ex presidente (Peña Nieto dixit) su idea del enmudecimiento patriótico? Con que éste no es momento de debates sino de saltarse las diferencias, meter los enconos al refrigerador, extirpar los desacuerdos y aceptar que la patria lo que quiere de sus políticos es una hilera de abrazos, perdóname si te ofendí, compadre/me disculpas, pero es que andábamos todos muy alebrestados por los líos del Cruz Azul/Sí, a todos se nos pasó la mano, pero qué bien hace Enrique Peña en llamarnos a la unanimidad/los mexicanos somos y seguimos siendo una gran nación porque en los momentos de crisis renunciamos al debate.
Al revisar los acontecimientos de la cámara lo que más llama la atención no es el intercambio de epítetos, ni la transformación de un órgano colegiado en un coro de agresiones, ni la denuncia de los diputados priístas que le adjudicaron a Felipe Calderón el robo de la Presidencia (“¡Espurio!”), ni la diputada panista que le achacó a Enrique Peña Nieto un uxoricidio (ver diccionario), sino la urgencia de subtítulos, la necesidad de subtitular casi todas las intervenciones para que quienes las emiten sepan algo de lo que están diciendo, y los que las oyen o las leen vayan enterándose del contenido de la política en uso. Lean “El documento que garantizaba el apoyo del PRI y la colaboración del PAN en la elección de 2011 en el Edomex, se firmó el 30 de octubre de 2009 y se divulgó el 4 de marzo de 2010: Las partes se obligan a revisar conjuntamente la normatividad jurídica que regula la formación y funcionamiento de las coaliciones electorales y, en su caso, promover las reformas correspondientes, a fin de evitar que dicha figura sea utilizada como instrumento de coyuntura electoral. Al efecto deberán considerar, entre otros, criterios de temporalidad, compatibilidad ideológica (sic) y cobertura territorial mínima”.
¿Qué quiere decir el texto de este convenio? Algo tan enredado que las palabras se estrangulan por su cuenta, un caso de suicidio verbal. Y como ya pasó la traducción simultánea, es un derroche de tiempo intentarla, es mejor, como se ha dicho, acudir a los subtítulos. En el caso anterior irían así: “Los contrayentes harán caso omiso de lo que digan las leyes electorales, que para el caso, y por si alguien se molestase, avisar que en la fecha correspondiente se darán las reformas pertinentes para que la crítica insistente se calle por inoperante.
Téngase en cuenta que este pacto es nomás por ahorita, en 2012 ya no tendrá sentido ausentarse de las elecciones de 2011. Por lo demás, el pacto ha de durar el tiempo necesario para que Peña Nieto llegue a la Presidencia, el PAN y el PRI se hermanen para la destrucción de las libertades civiles y se demuestre que el estado de México no ocupa la totalidad del territorio”. Se dirá que es mucho texto, pero nadie lee ni los pactos ni las interpretaciones bien intencionadas.
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Hablar para escucharse, y desprender del tono de voz la ideología profesada (los gritos o las voces que abren rumbos en el cielo patrio son compromisos del alma consigo misma). Beatriz Paredes, lideresa histórica del PRI, explica a los diputados de su bancada por qué no informó del acuerdo firmado con César Nava (nota de Enrique Méndez y Roberto Garduño, La Jornada, 10 de marzo de 2010): “Siempre habrá alguien que quiera manipular con una nota de primera plana o cambiar una nota de ocho columnas. Por eso no les digo nada”. Acúdase otra vez a los subtítulos: “Si les digo algo en confianza, les va a dar por el chisme, que es la pasión pública de los políticos (la pasión secreta es negar que fueron ellos los difusores); si les confío algo importante, el que ustedes lo sepan lo convierte de inmediato en algo banal; si le apuesto a su discreción estaré arando en la tierra, acción ya más difícil que arar en el mar. Así que me conformé con no decirles nada, garantizando así que los chismosos serían otros.
¡Ya ven! Los salvé de que les dijeran boquiflojos”. Se diluye otra vez enfrentar las consecuencias de un hecho tan patético y tan francamente ilegal. Que la historia, que viene detrás, pague.
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¿Para qué se necesitan los subtítulos? Entre otras cosas, para mejorar la relación entre los gobernantes y los gobernados, para evitar que estos últimos digan que no agarran la onda. Recuerden un segundo encuentro de Felipe Calderón con los habitantes de Ciudad Juárez, muy seleccionados y rigurosamente vigilados. A su manera, Calderón desestimó el enfrentamiento (crónica de Mayolo López, Reforma, 18 de febrero de 2010): “La verdad es que yo en mis tiempos también era muy bravo, esto hay que decirlo: entonces uno encuentra en la vida las compensaciones que necesita. Vamos a dejarlo así”.
¿Qué quiso decir? Aquí van los subtítulos: “Ustedes son como niños o como adolescentes, y son bravucones porque tienen un papá que los defiende, que en este caso soy yo. Pero el ‘nos vemos a la salida’ pertenece a la adolescencia, etapa de la vida sin la cual no hay juventud y, viéndolo bien, tampoco madurez, requisito indispensable para la senectud. Todo en la vida es compensación, nacer compensa por el hecho de morir, divorciarse compensa por el hecho de casarse, aplaudir compensa por el fastidio de oír un discurso político. Vamos a dejarlo así”.
En eso quedamos, la solución de la clase política es la existencia institucional de los subtítulos. De esa manera nadie se llamará a engaño, lo que oyó o leyó tiene algún sentido, pueril si se quiere, pero sentido al fin.
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