lunes, 11 de junio de 2012

¿A QUÉ JUGABAS TÚ?


Mercedes Benz SLC 600

Por: José Ricardo Morales y Sánchez Hidalgo

Recientemente recibí un correo muy atractivo sobre un carrazo marca Mercedes Benz modelo SCL600 que tiene la particularidad, además de ser muy bello en su línea, que no tiene volante, ni pedales, tan solo un aparato de uso manual que llaman pomposamente “joystick”, que en cristiano quiere decir, palanca de mando muy utilizada en los videojuegos donde los jóvenes de hoy tienen amplias y notorias habilidades, de hecho para remarcármelo en la frente el susodicho correo comienza preguntando: “¿somos demasiado viejos para conducir este coche?, queriendo explicar que no tenemos, al menos aquellos ciudadanos de cierta edad como su servidor, esa competencia de manejar los comandos de un juego de Xbox, Nintendo o el primitivo Atari, y hasta concluye con una premisa que más bien parece amenaza: ¡Es aterrador pensar que un niño de siete años nos puede robar el auto y manejarlo mejor que nosotros!


Y es que en verdad los niños y adolescentes de hoy día, que llenan su vida de aparatos e ingenios digitales, teléfonos celulares que tienen todas las funciones, a veces hasta la de la telefonía, IPAD´s, IPOD´s, y otros armatostes que solo Julio Verne soñó, han adquirido gran velocidad y destreza para manejar todo eso con el simple movimiento de las falanges.
En cambio nosotros, repito, los que ya no nos cocemos al primer hervor, hemos “reducido” nuestros talentos al yo-yo, al trompo o al balero, “antiquísimos” juguetes de primitiva y ruda madera con el que nos divertíamos tanto o más que un chavo del siglo XXI y sus aventuras virtuales. Quizá, es cierto, no podremos manejar con eficacia el Mercedes Benz SLC600 pero, muchos de nosotros no lo cambiaríamos por algunos recuerdos que nacen de juegos como el “Burro 16”, donde un pobre infeliz se “fletaba” como burro, es decir, se inclinaba simulando ser un borrico al cual todos brincan y hacen daño, tal como si fuera un rucio de verdad y que comenzaba con el brinco “uno por mulo”, recibiendo certero puntapié en salva sea la parte, continuando con “dos patada y coz”, donde la pobre espalda del castigado, recibía el peso de todo el cuerpo del venturoso que lo saltaba y se regocijaba de no ser “el burro castigado”, así hasta llegar al “16, muchachitos a correr” donde el burro después de tanto sufrimiento, tenía que corretear a todos los demás buscando no repetir como el burro.
Salvajes eran también “las tamaladas”, donde un equipo, formaba un “burro colectivo” que recibía el castigo infame del equipo contrario que por lo menos intentaba romper algunos lomos y no eran pocos los que salían con la nariz chueca o un par de dientes menos.

Tamaladas
Había juegos de todos los tipos como los de correr y esconderse, tipo el “bote pateado” y la célebre y salvadora frase de: “uno, dos, tres por mí y por todos mis compañeros”; también los juegos de esconder y proteger objetos, como “el silbatito”, que dejaba al futbol americano como jueguillo de niños, pues aquí había que quitarle un silbato al equipo de enfrente, poniendo alma, vida y en ocasiones un ojo morado, con tal de obtener la ocarina y pitarla en la meta contraria.
Por supuesto los juegos de correr y atrapar al otro, como el “stop”, donde con gis en el cemento o sobre la arena de la playa se dibujaban círculos concéntricos con el nombre de los países que cada uno de los competidores escogía y al grito bélico de “declaro la guerra en contra de…” desafiaba al país enemigo, no importando si era al propio Estados Unidos y todo su aparato destructor con NASA y Pentágono por delante, y hecho eso corría uno por su honor y por la patria ajena que nos tocaba defender. Y en esta misma categoría “la roña” y “los encantados” donde si te tocaban te quedabas como estatua hasta que llegara el compañero salvador que te liberara del “hechizo”. 


 No faltaban los juegos con canciones que nacen de las rondas infantiles y que al crecer un poco llegaban al “amo ato matarile-rilerón”, o al “acitrón de un fandango zango zango sabaré” que se jugaba con pequeños cantos rodados del río o, los muy infantiles que muchos recordamos con nostalgia como la Doña Blanca, que estaba cubierta de pilares de oro y plata, hasta que llegaba el “quijotillo” a romper los pilares que ocultaban a la bella.
Eran esperadas las temporadas del yo-yo, y todas sus reconocidas suertes como “el perrito mordelón”, “el trébol”, “el columpio” y hasta “la vuelta al mundo”. La del trompo, que desataba verdaderas batallas que acaban con el juguete del contrincante hecho añicos; el balero y sus capiruchos de 10, 100 ó 500 dependiendo de la dificultad. Para las chicas “la matatena” con huesitos ciruela roja, todos ellos de colores; también muy femenino, pero en el que a veces nos colábamos los varones, era “el resorte”, con toda suerte de malabarismos y saltos. No podemos dejar fuera juegos que todos disfrutamos como “el avión”, llamado también en estas tierras, no me explico porqué como “bebeleche”. “Hoyitos” que se jugaba con una pelota de goma intentando introducirla en un agujerito y al pobre que perdía lo “fusilaban” a pelotazos sin ninguna misericordia. La “perinola” o “pirinola” aquella de todos ponen, quita una o pon dos, donde se adentraba uno a los juegos de apuesta encabezando la lista típica y famosa “rayuela”; “los volados” del águila o cruz en el centro del país, o águila o sello acá en el norte; y claro, la mexicanísima lotería, reina en las ferias y costumbre que aún se escucha en muchas casas de acaponetenses que han hecho de esta práctica lúdica una tradición que va pasando de una generación a otra, al grado que los propios chicos de hoy, gustan y participan, en ocasiones gritando como hacía la gente de antaño: “Aaay Chihuahua cuánto apache con pantalón y huarache…¡el apache!” o bien “atarántamela a palos, no me la dejas llegar…¡la araña! Y hasta colorados o picarescos versos que no comentamos aquí por ser este un noticiero familiar. Siguen “las cebollitas”, “el teléfono descompuesto”, “las coleadas”, donde uno aprendía a volar de manera forzosa; “la botella” que a veces terminaba en romance entre los adolescentes y en este mismo tenor, la semana inglesa, donde si tenías suerte te tocaban besos y si no, bofetadas; “policías y ladrones” típica y de los primeros juegos que recuerdo haber disfrutado, a veces como autoridad y otras como caco, en un México donde los sicarios no aparecían ni en las más horribles pesadillas.


Juegos y juguetes había y aún existen muchos: las marionetas de hilo o de guiñol, las canicas y toda su parafernalia de colores y reglas. Súmenle a esta lista a los juegos de mesa: turista, damas chinas, la oca, serpientes y escaleras, el coyote y las clásicas damas inglesas para los que no entendían o gustaban del ajedrez.
Hoy son otras las actividades de entretenimiento entre la juventud, mismas que les permitirán en un futuro, más cercano que lejano, manejar sin complicaciones un Mercedes Benz SLC600, pero la verdad, yo me quedo con estos juegos tan llenos de recuerdos y emociones de la primera edad. ¿Cuáles recuerdan Ustedes? 

(Este comentario se transmitió por el noticiero de la Red de Radio Red en Nayarit el 11 de junio de 2012)

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