Por: José Ricardo Morales y Sánchez Hidalgo
Es bien sabido por todos los mexicanos que cada tres o seis
años el país, los estados o los municipios se renuevan, es una suerte de
modernos Lázaros que se levantan y andan para lanzarse de nueva cuenta a la
acción, olvidándose en el inter de lo que existe o existió atrás. Simplemente
los nuevos funcionarios de los tres niveles de gobierno en esta sufrida y
tolerante nación comienzan la vida de los pueblos prácticamente de cero y hay
que remontar la cuesta otra vez, es algo así como aquella historia mitológica
griega que nos relata la historia de Sísifo, rey de Corinto, condenado por los
dioses al castigo eterno de tener que empujar una piedra muy pesada cuesta
arriba una y otra vez, y verla rodar hacia abajo en cuanto alcanzaba la cima de
la colina. El gran esfuerzo de empujar la piedra acababa en la frustración de
verla caer durante toda la eternidad.
Nosotros los ciudadanos somos como Sísifo, que remontamos
proyectos, iniciativas, obras y esperanzas en la cuesta del tiempo que puede
ser de tres o de seis años, solo para verlos rodar en cuanto los nuevos
gobernantes pisan sus respectivos palacios de gobierno.
Digo todo esto porque en el anterior sexenio estatal, los
ciudadanos de varios municipios de Nayarit vimos con mucho agrado la
implementación del llamado Plan Parcial de Conservación del Centro Histórico,
mismo que convinieron el Gobierno del Estado de Nayarit durante la
administración de Ney González y el Instituto Nacional de Antropología e
Historia (INAH), este último como instancia federal, con el objetivo de elaborar
el mencionado proyecto en al menos doce cabeceras municipales, y que tenía la
características de ser congruente con los antecedentes de planeación vigentes y
aplicables, así como en total apego a las consideraciones técnicas y jurídicas
que emitieran el INAH, la Secretaría de Obras Públicas del Gobierno del Estado
y los ayuntamientos correspondientes.
Fuimos citados muchos ciudadanos
para participar de este proyecto que, entre otros beneficios, redefinía la zona
denominada como Centro Histórico, se efectuaba el inventario de todos los
predios que componen el área de estudio, esto mediante fichas técnicas para
valorar sus aspectos legales, de uso, históricos, artísticos, estado actual y
todos aquellos indispensables que permitan evaluar su condición de catalogable
y que resulte necesaria su conservación. Ahí estuvimos los de la Junta Vecinal
de Acaponeta A.C., comentando y proponiendo acciones, en un ejercicio que nos
devolvió la esperanza de un mejor Acaponeta, hasta el proyecto en digital nos
lo pasaron los técnicos y arquitectos del INAH.
Es decir, por ejemplo en el caso
de Acaponeta, se iba a intervenir en más de 580 inmuebles, entre viviendas, locales
comerciales y oficinas del Centro histórico para darle a la ciudad un aspecto
de pueblo conservado, respetando su arquitectura tradicional o típica y lograr,
quizá en un futuro --esto ya lo sueña su servidor--, la categoría de “Pueblo
Mágico”, programa
desarrollado por la Secretaría de Turismo en colaboración con diversas
instancias gubernamentales y gobiernos estatales y municipales, mismo que contribuye
a revalorar a un conjunto de poblaciones que siempre han estado en el
imaginario colectivo de la nación en su conjunto y que representan alternativas
frescas y diferentes para los visitantes nacionales y extranjeros. Más que un
rescate, es un reconocimiento a quienes habitan esos hermosos lugares de la
geografía mexicana y han sabido guardar para todos, la riqueza cultural e
histórica que encierran; como ejemplo solo mencionaré a unos cuantos
pueblos mágicos: Real de Asientos en Aguascalientes, Parras de la Fuente en
Coahuila, Comala, pueblo mágico de Colima, Taxco en Guerrero, Real del Monte en
Hidalgo o El Fuerte, Sinaloa, como digo, por solo mencionar algunos que han
progresado y tienen pingües ingresos por concepto de turismo.
Hasta donde sé el INAH y el
Gobierno de Nayarit, repito en la anterior administración, se repartieron seis
municipios cada uno, teniendo los acaponetenses –y menciono este caso por ser
el que me queda cerca—la suerte de ser uno de los que correspondieron al
instituto, porque esos proyectos sí se realizaron y van muy avanzados, de hecho
el de Acaponeta se supone que está en proceso de revisión en la Secretaría de
Obras Públicas y próximo a ser publicado en el periódico oficial.
Los seis que le tocaron al
gobierno estatal, al parecer no se concretaron como se suponía y ahí están en
el aire, entrando el nuevo gobierno, que como digo, renueva la vida y las
posibilidades de retomar el tema se ven lejanas, lo cual es una verdadera
lástima. Ojala me equivoque.
Es sin duda un compromiso de todos rescatar los centros históricos y los
sitios de interés histórico y cultural de los pueblos, y cuando digo compromiso
de todos, incluyo a los ciudadanos dueños del patrimonio de los pueblos y más
que eso, los responsables directos y más interesados de su preservación; las
autoridades municipales y estatales, además de las federales que son los
garantes del cumplimento de las leyes y reglamentos que regulan estas acciones.
Decía un filósofo francés: “Si se me pide que nombre el principal beneficio de la casa,
debería decir: la casa alberga un día soñando, la casa protege al soñador, la
casa le permite a uno soñar en paz”, y creo amigos que eso deben ser nuestros
pueblos, así sean minúsculas rancherías perdidas en la sierra más remota o la
más pomposa y progresista de las gigantescas metrópolis de México, o bien
comunidades como las cabeceras municipales de Nayarit, todas deben ser tan solo
la extensión de nuestras viviendas, lugares donde podamos construir sueños,
protegerlos y mantenerlos en paz: que la plaza sea una sala más de la casa, que
las calles y avenidas estén tan limpias y luminosas que la cocina de donde emanan
los más exquisitos y cuidados platillos; que el río lo atendamos como lo
hacemos con el baño de nuestra casa que lo convertimos en un lugar cómodo e
higiénico y no en un cochinero contaminante que ni siquiera queremos que los
vecinos e invitados lo vean.
Así como cuidamos lo que los abuelos nos dejaron: una foto,
una joya, una carta, un saco viejo o el cofre de los recuerdos, también
conservemos el patrimonio de los pueblos, por eso me gustan algunos municipios
cercanos como Xala que ha sabido mantener sin mancha su centro histórico y es
motivo de presunción, o los entusiastas amigos y ciudadanos de Ixtlán del Río
que está educando a su comunidad por medio del proyecto del Ecomuseo del cual
en un futuro hablaré más ampliamente y que hace resurgir la historia,
protección y difusión de su rico patrimonio cultural.
Además una comunidad que se organiza y avanza con
compromiso y entusiasmo, ajena a cuestiones políticas y posicionamiento de
poder, puede hacer mucho en la defensa
de su patrimonio y el cuidado de un mejor entorno para vivir, con un
centro histórico de sus respectivas cabeceras municipales, en el mejor de los
estados de conservación y que resulte, a futuro, una imán de atracción
turística que beneficie económica y socialmente a la población que basa su
economía en el comercio y una muy decaída agricultura, como es el caso de
varios municipios de Nayarit.
Creo que cada uno de nosotros
somos tan solo una coma en las amplias y voluminosas páginas de los patrimonios
culturales, pero por minúsculos que seamos, tenemos una función importante que
cumplir: mejorar nuestra calidad de vida.
(Este comentario se transmitió por el noticiero de la Red de Radio Red el 13 de junio de 2012)
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