jueves, 14 de junio de 2012

¿Y EL PLAN PARCIAL DE CONSERVACIÓN DEL CENTRO HISTÓRICO?



Por: José Ricardo Morales y Sánchez Hidalgo

Es bien sabido por todos los mexicanos que cada tres o seis años el país, los estados o los municipios se renuevan, es una suerte de modernos Lázaros que se levantan y andan para lanzarse de nueva cuenta a la acción, olvidándose en el inter de lo que existe o existió atrás. Simplemente los nuevos funcionarios de los tres niveles de gobierno en esta sufrida y tolerante nación comienzan la vida de los pueblos prácticamente de cero y hay que remontar la cuesta otra vez, es algo así como aquella historia mitológica griega que nos relata la historia de Sísifo, rey de Corinto, condenado por los dioses al castigo eterno de tener que empujar una piedra muy pesada cuesta arriba una y otra vez, y verla rodar hacia abajo en cuanto alcanzaba la cima de la colina. El gran esfuerzo de empujar la piedra acababa en la frustración de verla caer durante toda la eternidad.


Nosotros los ciudadanos somos como Sísifo, que remontamos proyectos, iniciativas, obras y esperanzas en la cuesta del tiempo que puede ser de tres o de seis años, solo para verlos rodar en cuanto los nuevos gobernantes pisan sus respectivos palacios de gobierno.
Digo todo esto porque en el anterior sexenio estatal, los ciudadanos de varios municipios de Nayarit vimos con mucho agrado la implementación del llamado Plan Parcial de Conservación del Centro Histórico, mismo que convinieron el Gobierno del Estado de Nayarit durante la administración de Ney González y el Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH), este último como instancia federal, con el objetivo de elaborar el mencionado proyecto en al menos doce cabeceras municipales, y que tenía la características de ser congruente con los antecedentes de planeación vigentes y aplicables, así como en total apego a las consideraciones técnicas y jurídicas que emitieran el INAH, la Secretaría de Obras Públicas del Gobierno del Estado y los ayuntamientos correspondientes.

Fuimos citados muchos ciudadanos para participar de este proyecto que, entre otros beneficios, redefinía la zona denominada como Centro Histórico, se efectuaba el inventario de todos los predios que componen el área de estudio, esto mediante fichas técnicas para valorar sus aspectos legales, de uso, históricos, artísticos, estado actual y todos aquellos indispensables que permitan evaluar su condición de catalogable y que resulte necesaria su conservación. Ahí estuvimos los de la Junta Vecinal de Acaponeta A.C., comentando y proponiendo acciones, en un ejercicio que nos devolvió la esperanza de un mejor Acaponeta, hasta el proyecto en digital nos lo pasaron los técnicos y arquitectos del INAH.

Es decir, por ejemplo en el caso de Acaponeta, se iba a intervenir en más de 580 inmuebles, entre viviendas, locales comerciales y oficinas del Centro histórico para darle a la ciudad un aspecto de pueblo conservado, respetando su arquitectura tradicional o típica y lograr, quizá en un futuro --esto ya lo sueña su servidor--, la categoría de “Pueblo Mágico”, programa desarrollado por la Secretaría de Turismo en colaboración con diversas instancias gubernamentales y gobiernos estatales y municipales, mismo que contribuye a revalorar a un conjunto de poblaciones que siempre han estado en el imaginario colectivo de la nación en su conjunto y que representan alternativas frescas y diferentes para los visitantes nacionales y extranjeros. Más que un rescate, es un reconocimiento a quienes habitan esos hermosos lugares de la geografía mexicana y han sabido guardar para todos, la riqueza cultural e histórica que encierran; como ejemplo solo mencionaré a unos cuantos pueblos mágicos: Real de Asientos en Aguascalientes, Parras de la Fuente en Coahuila, Comala, pueblo mágico de Colima, Taxco en Guerrero, Real del Monte en Hidalgo o El Fuerte, Sinaloa, como digo, por solo mencionar algunos que han progresado y tienen pingües ingresos por concepto de turismo.  

Hasta donde sé el INAH y el Gobierno de Nayarit, repito en la anterior administración, se repartieron seis municipios cada uno, teniendo los acaponetenses –y menciono este caso por ser el que me queda cerca—la suerte de ser uno de los que correspondieron al instituto, porque esos proyectos sí se realizaron y van muy avanzados, de hecho el de Acaponeta se supone que está en proceso de revisión en la Secretaría de Obras Públicas y próximo a ser publicado en el periódico oficial.

Los seis que le tocaron al gobierno estatal, al parecer no se concretaron como se suponía y ahí están en el aire, entrando el nuevo gobierno, que como digo, renueva la vida y las posibilidades de retomar el tema se ven lejanas, lo cual es una verdadera lástima. Ojala me equivoque.
Es sin duda un compromiso de todos rescatar los centros históricos y los sitios de interés histórico y cultural de los pueblos, y cuando digo compromiso de todos, incluyo a los ciudadanos dueños del patrimonio de los pueblos y más que eso, los responsables directos y más interesados de su preservación; las autoridades municipales y estatales, además de las federales que son los garantes del cumplimento de las leyes y reglamentos que regulan estas acciones.

Decía un filósofo francés: “Si se me pide que nombre el principal beneficio de la casa, debería decir: la casa alberga un día soñando, la casa protege al soñador, la casa le permite a uno soñar en paz”, y creo amigos que eso deben ser nuestros pueblos, así sean minúsculas rancherías perdidas en la sierra más remota o la más pomposa y progresista de las gigantescas metrópolis de México, o bien comunidades como las cabeceras municipales de Nayarit, todas deben ser tan solo la extensión de nuestras viviendas, lugares donde podamos construir sueños, protegerlos y mantenerlos en paz: que la plaza sea una sala más de la casa, que las calles y avenidas estén tan limpias y luminosas que la cocina de donde emanan los más exquisitos y cuidados platillos; que el río lo atendamos como lo hacemos con el baño de nuestra casa que lo convertimos en un lugar cómodo e higiénico y no en un cochinero contaminante que ni siquiera queremos que los vecinos e invitados lo vean.

Así como cuidamos lo que los abuelos nos dejaron: una foto, una joya, una carta, un saco viejo o el cofre de los recuerdos, también conservemos el patrimonio de los pueblos, por eso me gustan algunos municipios cercanos como Xala que ha sabido mantener sin mancha su centro histórico y es motivo de presunción, o los entusiastas amigos y ciudadanos de Ixtlán del Río que está educando a su comunidad por medio del proyecto del Ecomuseo del cual en un futuro hablaré más ampliamente y que hace resurgir la historia, protección y difusión de su rico patrimonio cultural.

Además una comunidad que se organiza y avanza con compromiso y entusiasmo, ajena a cuestiones políticas y posicionamiento de poder, puede hacer mucho en la defensa  de su patrimonio y el cuidado de un mejor entorno para vivir, con un centro histórico de sus respectivas cabeceras municipales, en el mejor de los estados de conservación y que resulte, a futuro, una imán de atracción turística que beneficie económica y socialmente a la población que basa su economía en el comercio y una muy decaída agricultura, como es el caso de varios municipios de Nayarit.

Creo que cada uno de nosotros somos tan solo una coma en las amplias y voluminosas páginas de los patrimonios culturales, pero por minúsculos que seamos, tenemos una función importante que cumplir: mejorar nuestra calidad de vida. 

(Este comentario se transmitió por el noticiero de la Red de Radio Red el 13 de junio de 2012)

 



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