Por:
José Ricardo Morales y Sánchez Hidalgo
Los colores ya no son lo
que eran antaño, han dejado de ser sinónimos de luz y alegría para convertirse
en bandera política de la que muy pocos escapamos. Como ejemplo pongo algo que
me sucedió hace unos años cuando trabajando como reportero para un periódico
local, me tocó cubrir uno de tantos actos proselitistas, en esa ocasión, de
candidatos panistas a la presidencia municipal de Acaponeta, o algo así.
Sin
darme cuenta me vestí, casualmente, con una vistosa camisa azul y fue grande mi
sorpresa, al llegar al lugar de ese suceso, y ver que todos tenían una prenda
igual a la mía, luciéndola con orgullo. Peor fue que cuando me coloqué a la
vanguardia del recorrido que hicieron por las principales calles del pueblo los
susodichos candidatos, todo con la sana intensión de ir tomando fotos para
completar la nota, Amigos, más de uno me identificó como miembro del
blanquiazul y en los siguientes días, varios me preguntaron sobre el particular
y hasta me inquirieron si ya había agarrado hueso.
Los colores en los
partidos políticos han tomado mucha relevancia y a decenas causa escozor saber
por ejemplo que el PRI, se adueñó en su emblema, los colores patrios. Por ello,
no me asombró, aquella graciosa y hoy anecdótica ocasión cuando el diputado
federal, Presidente del Congreso en su momento, Sr. Juan de Dios Castro,
panista para más señas, tuvo la ocurrencia que decirle a 500 niños, los más
aplicados del país, muchos de ellos sin duda más serenos que él, que nuestra
bandera tricolor ya no tenía esa condición, sino que era tetracolor por un lago
azul que existe debajo del águila que devora la serpiente; es algo que debió
entrar directo a los libros de “los grandes descubrimientos”. Ese azul en
nuestro lábaro patrio, que mencionó el legislador, seguramente en su preclaro
cerebro inundado de cromo terapéutico azul relajante, nos hizo un país de
primer mundo por un rato; y si bien no tendremos un ingreso per cápita como lo
tienen en Francia, Estados Unidos o Finlandia –por cierto todos ellos con azul
en sus banderas--, sí nos llevó al primer mundo de un solo golpe y además
conseguimos en ese momento, gracias al sabio Sr. Castro, cuatro colores en el
lienzo y hasta un lago, cosa que me puso azul de la risa que me atacó, pues Don
Juan de Dios no se tentó el corazón para decir a los chiquillos y de paso a la
nación, tal frase que pasa a formar de lleno, parte del más rico de los acervos
del Museo Nacional de los Horrores que algún día habremos de fundar en memoria
de tanto funcionario ocurrente y bufón.
Los colores son tan solo
eso y nada más, hoy, por cierto, traigo puesta una camisa roja y eso no me
hace, ni priista, ni voy montado sobre ninguna ola, no soy sandovalista, ni
comunista o fanático de la perra brava toluqueña. Tan solo es la prenda que
estaba más a la mano en el closet y la que me planchó mi mujer. Si quisiera
otra tonalidad habría tenido que planchar yo mismo y no hubiera tenido tiempo
para llegar a tiempo a hacer este comentario tan colorido que hoy les ofrezco.
Los
colores dependen también de quién los vea, un reconocido artista plástico dijo
que el azul es el principio masculino, mixto y
espiritual. Que el amarillo es el principio femenino, suave, alegre y sensual.
Rojo es la materia, brutal y pesada. Siempre se debe, dice él, combatir el
color rojo y vencerlo con los otros dos y conste, que no hablaba de grilla
perniciosa. El escritor y pensador Émile Zola solo expresó alguna vez sobre los
colores lo siguiente: “Apaga la vela, que no necesito ver el
color de mis ideas”.
Por supuesto los partidos políticos se apropian de los colores por
su propio gusto y de manera impune y hasta tendríamos que revisar la ley los
ciudadanos, no sea que por vestir de cierto color nos convierta en culpables
del delito de usurpación de la gama cromática y violemos los derechos de autor
o algo así. Ya lo mencioné, el PRI, usa el verde, blanco y rojo nacionales en
su logotipo, su desde su fundación en 1929, luego de que Plutarco Elías Calles,
expresara que la era de los caudillos había terminado y era hora de la vida
institucional. El primer emblema del Revolucionario Institucional, que nació
con el nombre de Partido Nacional Revolucionario (PNR) es idéntico al PRI de
hoy, cosa que desde luego, muchos otros partidos le han criticado: el
innombrable caso de la apropiación de los colores de la bandera, casi como si
hubieran dejado un lienzo en blanco con un águila devorando una serpiente en su
centro. Colores, por cierto, que los insurgentes propusieron como el lábaro
triunfador con estos significados: blanco por la religión, rojo por la unión de
los naturales y los europeos, finalmente verde por la independencia y por favor
no me pregunten por qué fue así, no lo sé. Luego llegó Juárez que cambió el
significado de los colores, los que aún se enseñan en las escuelas: el verde de
la esperanza, el blanco de la unidad y el rojo de la sangre derramada por los
héroes de la patria.
El Partido Acción Nacional por su parte, adopta y se apropia del
azul, que a nivel internacional es de manera tradicional el color de los
partidos con ideas conservadoras, tal son los casos del Partido Popular de
España y del Partido Conservador de la Gran Bretaña. Este azul de la derecha,
se contrapone al rojo liberal de la izquierda y que los países comunistas y
socialistas utilizaron en sus banderas. Y es que además el azul, recuerde Usted
amable amigo que me escucha, tiene algo de aristocrático por la sangre de los
nobles y privilegiados que, dicen es azul y no roja, como la de los tristes
mortales.
Curiosamente, los partidos o el partido de izquierda más numeroso
y popular del país que es el PRD, no usa el rojo de la izquierda, ha preferido
el amarillo que en Europa es común en los institutos políticos con esa
ideología, como la mayoría de los partidos liberales del viejo continente o
alianzas de tipo sindicalista como la Alianza de los Demócratas y Liberales por
Europa.
El Partido del Trabajo de México, en cambio, si se fusila los
colores izquierdistas por excelencia en su emblema, el rojo y el amarillo. El
verde del partido que hasta el nombre del color se adjudicó, quiere engañar a
muchos proponiendo un ecologismo que no parecen seguir y hasta tuvieron la
feliz ocurrencia de rematarlo con un colorido tucán.
Hay partidos con colores indefinidos como el del PANAL, que tiene
un verde medio azulado, o azul medio verdoso, pero que sus militantes llaman
“turquesa”, como algunos nombran a colores raros como el azulino, salmón,
sangría solidago, granate, borgoña, cerceta o crepúsculo.
Total que debe uno en estos tiempos de pavorosas e inacabables
campañas políticas elegir bien la ropa que vamos a usar si no queremos causar
confusiones en la calle, ya demasiados problemas generan las costumbres que
dicen que el rosita es para niñas y el azulito para varones. Quizá lo mejor sea
una mezcla de todos los colores del arco iris en la vestimenta a manera de
chicle tutifrutti o bebida de conga, pero me vengo enterado que esos son los
colores del orgullo gay y yo, con todo respeto le sigo yendo a las chivas con
sus colores rojo, blanco y azul, que algunos dirán que son muy gringos,
curiosamente en el único equipo que utiliza solo jugadores mexicanos, y me
preocupa que Jorge Vergara, cambie esos orgullosos tonos por los de la bandera
de Holanda y es que si cambió la grama artificial del Omnilife por pasto
natural, que se puede esperar de lo demás.
Por hoy amigos, dejemos los colores porque ya me estoy poniendo
rojo de la vergüenza y creo que alguno de los que me escuchan ya se ven azulado
por la falta de oxígeno.
(Este comentario se transmitió en el noticiero de la Red de Radio Red de Nayarit el 18 de junio de 2012)
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