Por:
Georgina Morales
La
vida es tan fácil cómo se ve o cómo se dice, nuestros prejuicios y valores la
complican
Cuando algo no resulta como uno quisiera,
tendemos a autojustificarnos, enumerar los impedimentos y obstáculos que
tuvimos para su realización, y buscar algún culpable. Esta búsqueda, muchas
veces, nos lleva a una realidad paralela, a crear nuestro mundo de ilusión.
Esta ilusión, poco a poco se apodera de nuestra realidad y puede ser un
problema; del tipo que sólo existe en un lugar, en nuestra mente.
Nuestra vida cotidiana y rutinaria, se vuelve
aburrida. Nos hace falta ese “no se qué, que qué se yo”. Y precisamente en ese
momento, los estímulos exteriores hacen de las suyas y crean aquello faltante.
De tal manera, que nos volvemos expertos.
¿Expertos? ¡Sí!... En ver cosas donde no las
hay, poner palabras en bocas ajenas, y en decir: “es que yo pensé…” y, cuando
menos nos lo esperamos, nos cae “el veinte”. Nos damos cuenta que “ya la
regamos”. Pero, ¿ya qué?, demasiado tarde. Para entonces, ya habremos creado
toda una historieta distorsionada de los hechos.
Los seres humanos somos capaces de crear
problemas y situaciones irreales. Tan es así, que nos complicamos el proceso de
discernimiento entre “lo que es”, y “lo que creemos que es”. Debemos entender que
dichos problemas o situaciones, no tienen solución. Son un mero desafío a la
imaginación porque, parten de una premisa inexistente. En realidad no hay
manera de resolverlos.
Todos hemos vivido este tipo de situaciones
en las que no nos damos cuenta que hacemos una tormenta en un vaso de agua. Nos
adjudicamos circunstancias que no nos corresponden o que simplemente, no son
como las hacemos ver. La tarea es
difícil. Y es que la creación de problemas inexistentes es una especialidad
humana. En la medida en que sepamos
distinguir entre nuestras “realidades”, los problemas inexistentes “desaparecerán”.
G
@Georginna_M
gina.m88@gmail.com
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