miércoles, 8 de agosto de 2012

REMEMBRANZAS...CASI UNA AUTOBIOGRAFÍA (Parte 13a.)


Compostela, Nay.

Por: José B. Algarín G.

REGRESO A ACAPONETA...

Ya se imaginaran cómo fue la llegada a mi casa, con mis padres y mi esposa e hijos, triste, un poco decepcionado, pero no derrotado.
De inmediato mi papá me dio ánimos, y me propuso poner mi consultorio en su propia sala, en la casa paterna, y sin esperar mi respuesta me diseñó y mandó hacer un gran escritorio, para demostrar con ese y otros mucho hechos, la gran confianza en mi triunfo como profesionista de la Medicina.

Y en unos cuantos días ya tenía yo mi consultorio, y me dejé ver por personas conocidas mias, poniéndome a sus órdenes.
Empezando a llegar a consulta efectivamente amistades que había dejado de frecuentar durante mas de seis años.
Desgraciadamente nunca me preguntaron ¿cuánto es? Así que económicamente pues no veía ningún ingreso. Si acaso me decían, gracias Pepe...

RUMBO A COMPOSTELA...

Para ese entonces mi Hermano Héctor que ejercía como Dentista en la Ciudad de Compostela del mismo Estado de Nayarit, con su familia, teniendo ya más de dos años de ejercer y le estaba yendo bastante bien económicamente, y no recuerdo si en una de sus venidas en las cuales él acudía a visitar a mis padres o si fue telefónicamente que me informó sobre la inminente ida de un Médico que había hecho muy buena clientela en esa Ciudad, pues se iría a hacer una especialidad a la Ciudad de México. Y me invitaba a hacer el intento de que yo le diera unos “guantes” por el local que el ocupaba como consultorio.
En una de sus visitas invitó con él a dicho Doctor, para presentármelo, y la plática que tuve fue muy estimulante para mí, pues prácticamente, según él era el Médico que mas pacientes tenía.
Aclarándome que dependía de mí el ganarme a pulso la misma clientela.
Se fueron y yo lo pensé un par de días, decidiéndome por hacer la prueba.
Llegué a casa de mi hermano, y el me presentó con el dueño de un pequeño local que le servía de consultorio al Doctor que ya se había ido.
No hubo ningún inconveniente en la renta del local, como eran varios hermanos, comerciantes todos, por supuesto que firmé un contrato de arrendamiento por 12 meses, y adelanto previo en cuanto a la renta.
Tenía una pequeñísima sala de espera, para cuatro a cinco pacientes con unos muebles sencillos, y una puerta que daba acceso a un consultorio de regulares dimensiones, dividido por una construcción de tablaroca, como “salita de exploración” con una mesa ginecológica metálica muy vieja, y un medio baño. Y un “chesslonge”, éste dentro del consultorio. Un escritorio muy adecuado al tamaño de la habitación, con su respectivo sillón.
Y dos sillas de madera, enfrente de dicho escritorio.
No recuerdo la cantidad exacta que él me pidió, como “guantes”, creo que fueron $3.000.00, cantidad respetable en aquel tiempo, pero si me iba bien, pues le pagaría el resto (ya le había abonado la mitad), en otros tres meses.
Y así empecé...
Por costumbre la gente empezó a acudir a consulta y encontrando un “nuevo” Médico, no tuvieron empacho en seguir tratando conmigo, que por cierto empleé todo lo que estaba de mi parte y conocimientos para la cura de sus dolencias.
Con satisfacción y al mismo tiempo admirado, veía día con día crecer mi consulta, y no tardé más de una semana en rentar una casa modesta y traerme a mi familia (Julio de 1961).
Tenía frecuentes visitantes de agentes de laboratorios médicos, y cada que venían al ver crecer mi clientela, me insistían en la compra de algún lote de medicina, todas de patente y de laboratorios de prestigio, tal como lo había hecho mi antecesor, pero yo me resistía, pues el dueño del local era mi vecino, quien tenía una farmacia muy bien surtida.
Al sacar cuentas, yo me ganaba $10.00 pesos por consulta, y él por bajar y entregar la medicina, dependiendo, se ganaba $30.00 o mas pesos por receta.
De tal manera que empecé a comprar pequeños lotes de medicina, a sabiendas de que el de la farmacia no los tendría, y así pues obtenía un ingreso extra, para mí muy bien merecido.
Al enterarse el dueño de la farmacia, de inmediato me mandó pedir el escritorio del consultorio, así como el cómodo sillón, pues me dijo que eran de él y no del Doctor que había tratado conmigo. Y dándome plazo perentorio para desocuparle su local sin respetar el contrato previo de renta.
Mandé traer el escritorio que mi papá había diseñado, el cual estaba en Acaponeta y compré una silla cómoda para mí.
Afortunadamente había un local vació frente a la Plaza Principal el cual renté de inmediato.
Debo aclarar que en cuanto llegué a esta bella e Histórica Ciudad de Compostela, me presenté con las “fuerza vivas” de este Municipio, como fueron: El Presidente Municipal, el Párroco de la localidad, y un Doctor al cual le tengo gran aprecio, pues de inmediato me abrió no nada más las puertas de su casa, sino su amistad, me refiero al Dr. Ramón Pimienta Aguirre, quien de inmediato me invitó a conocer un pequeño pero muy eficaz Hospital de la Secretaria de Salubridad y Asistencia del cual era Director, presentándome a su cuerpo de enfermería, y dando instrucciones para que se me atendiera en lo que se me ofreciera.
Nombrándome Medico Adjunto de dicho Nosocomio.
Por supuesto que también fui al único Banco en aquel entonces, quien me nombró titular como médico de dicha Institución Bancaria.
Lo mismo hice con el Gerente del Banco de Crédito Rural y el Gerente de la Comisión Federal de Electricidad, siendo también médico titular de estas dependencias.
Poco después el Dr. Pimienta, me recomendó para ser el medico Legista, cargo que él había desempeñado (Nombramiento honorario, pues era sin pago alguno y dependía de la Presidencia Municipal de común acuerdo con el Ministerio Publico de la misma localidad).
No recuerdo, pero creo que al año de estar yo ya establecido renunció al ISSSTE, presentándome y proponiéndome como Medico ante el Delegado de esa Institución, para sustituirlo a él en la propia Ciudad de Compostela. De tal manera que ya todo “el mundo” me conocía.
Aunado a estos “cargos” mi clientela particular crecía, de tal manera que mis sueños empezaron a realizarse mas que plenamente.
Me sentía pues,  completamente satisfecho.

(Continuará...)

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