POR:
JOSÉ RICARDO MORALES Y SÁNCHEZ HIDALGO
I.
INTRODUCCIÓN
“La historia no es ni hace nada. Quien es y hace es el hombre”, dijo alguna vez Carlos
Marx, y esta frase nos recuerda la imagen del periodista, que va tejiendo en
las páginas de sus periódicos la historia diaria de las comunidades y nos van
informando sobre quién es quién, y lo que hacen; sin embargo, muchas veces la
gente tiene una idea equivocada de lo que es un periodista, al cual
regularmente acusan de falto de objetividad, lo cual no deja de ser una
necedad, pues es imposible que el periodismo sea objetivo desde el momento que
lo escribe un hombre o mujer que fueron educados de una manera distinta a los
demás, que nacieron y crecieron en un contexto diferente al de su probable
lector, que influye sobre manera en él su entorno y los que lo gobiernan; los
periodistas son personas que han tenido cantidad de penas, logros, derrotas,
alegrías, sinsabores y han logrado fomentar una muy particular ideología que
trasladan, con aciertos o errores al papel. El periodista tiene sus propios sentimientos y
opiniones ante cualquier acontecimiento del cual es testigo y, en consecuencia,
al elaborar una nota, un artículo, reportaje o ensayo no puede dejar de lado
sus emociones, e inevitablemente, consciente o inconscientemente da una
pincelada personal a ese mismo texto.
Por ello, la frase de
Marx parece oportuna de citar, pues la historia que aquí se va a narrar, no
significará nada si no le damos el valor de comprender que fue hecha por los
hombres; personajes comprometidos con su tiempo y el espacio que les tocó
vivir, en este caso, en un pueblo que ni fue mar, ni fue montaña como alguna
vez expresó un poeta, sino que se ubica en la llanura costera del Pacífico
noroccidental, al pie de la Sierra Madre y que lleva por nombre Acaponeta,
lugar junto al río o donde el frijol se enreda a la caña, según sus dos
probables toponimias, en el lapso de dos instantes medidos con los parámetros
humanos en el movimiento universal y que los hombres han datado como 1917,
documentado en las carcomidas páginas de periódicos “viejos” que actualmente en
el año 2017, cumplió 100 años de vida publicando, si bien no
ininterrumpidamente, sí de manera más o menos cotidiana, los sucesos, vidas,
obras, esperanzas, logros, fracasos, nacimientos y muertes de los pobladores de
ese pequeño pueblo del Estado de Nayarit, y sin duda, de forma constante y como
vemos hoy, afortunadamente con la fuerza y presencia suficiente para continuar
por al menos una generación más.
Me refiero por
supuesto al periódico, hoy trisemanario, El Eco de Nayarit, decano de la prensa
nayarita y uno de los cuatro más antiguos de la nación, mismo que fue fundado
el 26 de agosto de 1917, apenas seis meses después del nacimiento de la
Constitución Mexicana, aún vigente y de Nayarit como Estado Libre y Soberano.
Acaponeta del ayer (foto cortesía del Cronista Municipal, Don Néstor Chávez Gradilla) |
II. PRIMERA ÉPOCA
Ya en 1922 y al
respecto a la vida de El Eco de Nayarit, Manuel Sánchez Hidalgo Villalobos su
fundador, escribía:
A NUESTROS LECTORES Y ANUNCIANTES
Un colega local ha estado
diciendo que “El Eco del Nayarit” dejará de publicarse y que lamenta su
desaparición.
Nada más inexacto. “El Eco del
Nayarit”, único periódico libre en el Estado, sin ligas ni compromisos con
nadie, no morirá, seguirá como siempre, viril, justiciero y honrado. Las
lamentaciones irónicas del colega las guardaremos para el futuro; pues
Acaponeta según sabemos, contará con tres publicaciones y de estas, una o dos
tienen que desaparecer forzosamente, puesto que no es población que, aunque
quiera, pueda sostenerlas. La práctica de muchos años nos ha hecho conocer a
fondo estos negocios y más tarde confirmaremos nuestro dicho.
Por nuestra parte, recibiremos la
competencia en buena lid; no la tememos, la aceptamos sinceramente. No
obstruccionaremos ni abriremos campañas necias que estén divirtiendo a la
sociedad o faltándole al respeto que se merece. Nuestra labor, sana y bien
encaminada, será en beneficio de la comunidad y del comercio, la censura o el
aplauso para los hombres que ocupen puestos públicos, será justa pero con la
misma energía y virilidad de siempre.
No permaneceremos tampoco mudos
ante la conducta que observen los falsos apóstoles del periodismo, que
proclamándose redentores de las clases humildes, persigan innobles fines, ya
para encumbrarse o porque tienen un periódico y una pluma, injurian o calumnian
a cualquier particular.
Para esos mercachifles de la
prensa; para esos calumniadores, vándalos del periodismo tenemos listo el
látigo con el que los fustigaremos duramente hasta arrojarles en un puesto que
malamente ocupan, como Jesús arrojó a los mercaderes del templo.
Esta es nuestra obligación como
miembros de la “Prensa Asociada de los Estados” a la que pertenecemos y por
cuya dignidad velaremos siempre, haciéndola más grande, más fuerte y honorable,
evitando a todo trance que se cuelen en su seno elementos nocivos que la
deshonren.
“EL ECO DEL NAYARIT” vivirá,
mientras tenga la valiosa ayuda de sus apreciables lectores y anunciantes y con
el apoyo de su Asociación. Quizá muy pronto sean notorias las reformas y
mejoras que introduciremos.
Si perecemos, así lo querría el
destino; pero llevaremos nuestra frente muy alta y con la satisfacción del
deber cumplido.[1]
Hace unos 20 años,
cayó en mis manos, lo que de inmediato supe que era un tesoro, los números
encuadernados del periódico El Eco de Nayarit, que se publicaron entre el
domingo 2 de septiembre de 1928 y el domingo 25 de agosto de 1929, es decir,
todos los “Ecos” que se publicaron en un año y que nos ofrece una panorámica
significativa de la vida cotidiana de Acaponeta, compendiada entre los números
937 y 987 del en ese entonces semanario que salía a la luz, todos los domingos
(actualmente el periódico es trisemanario que aparece los días martes, jueves y
domingo). Hablamos de 50 semanas en la historia de Acaponeta, con tres extras y
la edición especial del décimo segundo aniversario con 20 páginas en su haber,
mismas que nos muestran, de primera mano, el punto de vista siempre subjetivo,
pero sin duda, sincero de un testigo valioso de la historia regional, Don
Manuel Sánchez Hidalgo Villalobos, a la sazón fundador, propietario y director
de El Eco de Nayarit, mismo que sacó a la luz en el complicado año de 1917,
justamente en el caluroso 26 de agosto, iniciando así, sin saberlo el novel
periodista, la primera época de una historia que llegó a los cien años de vida
el pasado agosto de este 2017.
Este importante
documento histórico, llegó a mis manos, a través de mi tía la Sra. Ana Bertha
Sánchez Hidalgo Robles, la hija menor de Don Manuel y hermana de Manuel,
Estela, Humberto, Héctor y Norma, esta última mi señora madre, todos hijos de
la Sra. Enedina Robles Partida de Sánchez Hidalgo, querida esposa de Don Manuel.
Bertha, conservó ese
compendio que el mencionado Sánchez Hidalgo, tuvo el cuidado de encuadernar
como archivo. Existen en manos de otros descendientes del periodista mazatleco,
otros ejemplares, a los cuales desgraciadamente he tenido poco acceso. Unos se
hallan en Toluca, Estado de México y otros más en Ciudad Obregón, Sonora hasta
donde sé.
Inundación de 1968, cuando el río Acaponeta se llevó todos los archivos de El Eco de Nayarit |
Hay que hacer mención
que desafortunadamente los archivos de El Eco de Nayarit, prácticamente los que
se publicaron entre 1933 ó 1934 y hasta 1968, se perdieron irremediablemente en
la fuerte y tremenda inundación del 13 de septiembre de 1968, creciente que fue
devastadora para la historia del municipio, pues no solo los archivo del
periódico se fueron al agua, sino que en cientos de viviendas se sufrió la
pérdida de los patrimonios históricos de las familias: documentos antiguos,
escrituras de todo tipo, fotografías nuevas y viejas, libros, apuntes, recortes,
dibujos, planos, croquis y decenas de manuscritos e imágenes más. En los
archivos de El Eco, en la calle Allende de esta ciudad de Acaponeta, el ejemplar
más antiguo, curiosamente sobrevivió a la creciente del río, pues es un tomo
que comprende encuadernados las publicaciones de 1968, faltando únicamente y
sin motivo aparente, los del mes de agosto y apareciendo la nota de la terrible
inundación.
Don Manuel Sánchez Hidalgo Villalobos |
III. MANUEL SANCHEZ HIDALGO
VILLALOBOS
Nace Don Manuel Sánchez
Hidalgo Villalobos a finales del siglo XIX en el Puerto de Mazatlán, hijo del
también mazatleco Joaquín Sánchez Hidalgo Rodríguez y la dama oriunda de El
Rosario, Sin. Victoria Villalobos, quienes además procrearon a dos hijos
varones más: Joaquín y Gabriel, este último murió joven y no dejó descendencia.
Desde su temprana
juventud, Manuel fue de espíritu independiente e inicia la aventura de la vida,
principalmente dedicada a las artes gráficas y a la imprenta en que habría de
transitar hasta su fallecimiento, víctima de un mal cardiaco en el año de 1963,
acaecido en la Ciudad de México, donde fincaría su residencia definitiva con el
paso del tiempo.
De espíritu intrépido,
pues narran los que lo conocieron que desde muy joven se aventura en un
barquichuelo a explorar las costas de Baja California; sale de su natal
Mazatlán, y en su afán de búsqueda por la vida productiva, llega en la primera
década del siglo XX a la ciudad de Tucson, Arizona, donde se empapa con la
tinta, que habría de ser cambiada por la sangre de las venas. Picado por el
gusanillo de la imprenta encuentra la carrera que impulsó sus afanes el resto
de su vida, pero más concretamente en las siguientes tres décadas. Con alguna
experiencia y conocimiento en el ramo de la gráfica y la prensa, regresa a su
país y se establece muy brevemente en Hermosillo, donde amplía esa práctica de
acomodar tipos e imprimir sobre el papel, lo que sucede en la cotidianidad de
la calle.
Posteriormente pasa a la ciudad de Culiacán, donde
establece un pequeño periódico, con el cual terminará de graduarse en el arte
de la edición y la redacción de notas periodísticas. Pero sus ambiciones de
abrirse paso en la vida, lo llevaron por fin a establecerse con una imprenta y
papelería en la incipiente ciudad de Acaponeta, Nayarit, organizando el taller
tipográfico del Sr. Agustín Tortolero, que existía por aquel entonces en la
ciudad. Así es como habría de fundar en la ciudad de las Gardenias, como llaman
a este lugar, el periódico, en esa época semanal, hoy trisemanario “El Eco de
Nayarit”, que vio por primera vez la luz el 26 de agosto de 1917 y que en el
año de 2017 cumplió, como ya dijimos, 100 años de vida continua, aunque con
algunos cortos períodos en que desaparece momentáneamente de las calles
acaponetenses.
Casó, Manuel Sánchez Hidalgo, en esa población del
norte de Nayarit con la Señorita Enedina Robles Partida, hija de un notable de la
ciudad, Don Francisco Robles.
Mujer, conocida como la “Chata” Robles, con la que
procreó seis hijos: Manuel y Héctor quienes habrían de seguir sus pasos en el
periodismo y la tipografía en el Estado de Sonora; Elba Estela, asentada en
Coyoacán, Distrito Federal; Humberto, quien se radicó en Toluca, Estado de
México; Norma, mi madre, en Naucalpan, Estado de México y Ana Bertha, esta
última la única que les sobrevive a todos en la actual CDMX.
El Eco de Nayarit, llegó a convertirse en un periódico
de buena circulación, respetado por la limpieza de su director que le dio
siempre acogida en sus columnas a todas las ideas ya que su línea fue siempre
liberal y revolucionaria. Debajo del cintillo con el nombre de la publicación,
aparecía la aclaración, que esa era “miembro de la prensa asociada de los
estados pro-patria”; al respecto es necesario explicar que en mayo del año de
1908, el brillante político, periodista y escritor aguascalentense Eduardo J.
Correa, organiza en su estado natal Aguascalientes el Primer Congreso de
Periodistas de Provincia, al que acudieron representantes de toda la prensa
católica nacional, constituyéndose ahí la “Prensa Asociada de los Estados”, con
el objetivo de “trabajar para difundir a las masas el conocimiento de sus
derechos y deberes” sociedad que surge en el país como una organización
periodística que tenía como objetivo la unión de los periódicos de todo el
país, con la meta de conformar un movimiento a favor de la libertad de
expresión y poder tener amplia representación ante los tres poderes de
Gobierno, pero, tengo que reconocer que no he hallado referencia alguno al
agregado “pro patria”.
Don Manuel fue además un recalcitrante Masón convencido
y un hombre orientado políticamente a la izquierda, con arraigadas ideas
socialistas, muy en boga en aquellas primeras décadas del incipiente siglo XX.
La ambición de dar a sus hijos una buena educación, lo
llevaron a traspasar el próspero negocio a Don Federico R. Corona, conocido
comerciante y empresario acaponetense, quien lo sostuvo unos años y lo
suspendió por causas políticas, y por el exceso de compromisos, recuérdese que
Don Federico fue incluso Gobernador temporal del Estado de Nayarit; figurando
ya en esos días, como jefe de redacción el infatigable periodista Martín M.
Sáizar, quien habría de llevar a “El Eco de Nayarit”, por aguas turbulentas,
pero con buen tino, a tal grado que, como ya mencionamos, cumplió su primer
siglo de vida, gracias al esfuerzo y dedicación de estos paladines del
periodismo de principios del siglo XX, que han continuado los descendientes de
Don Martín: Rodolfo Antonio Sáizar Quintero, su hijo, y hoy, su actual
director, el Lic. Antonio Sáizar Guerrero, el nieto, siendo en estos momentos
su propietaria la Profa. Consuelo Guerrero de Sáizar.
Continuando con la semblanza de Don Manuel, diré que en 1932, el periodista funda en la Ciudad de México un
periódico que se llamó “La Voz del Noroeste”, que tuvo suscriptores en los
estados de esa zona del país, esencialmente Sonora, Sinaloa y por supuesto
Nayarit. En la capital de la República Manuel
Sánchez Hidalgo se establece, asimismo, con un pequeño taller de su ramo en la
Ciudad de México, aproximadamente en el año de 1934, mismo año en el que
regresa a la entidad nayarita que lo adoptó y funda en su capital Tepic, el
diario “Nayarit” cuyo
primer número salió a la luz el 15 de octubre de 1934.
Su leal e inquebrantable amistad con Francisco Parra,
quien había sido electo Gobernador Constitucional del Estado de Nayarit en
1934, lo hicieron regresar a la tierra de los coras, huicholes, tepehuanos y
mexicaneros, haciéndose cargo de la Dirección de los Talleres Gráficos del
Estado, los que a su manera y con energía hizo trabajar debidamente, poniendo
orden, disciplina y sobre todo haciéndolos funcionales.
Al término del mandato del Sr. Parra, en diciembre del
año de 1937 –quien por cierto fue el primer gobernador que pudo terminar
completo su mandato[2]--,
por cuestiones políticas y serias divergencias con el nuevo mandatario estatal,
Gral. Juventino Espinosa Sánchez, Manuel regresó a México. En la capital de la
República ese mismo año, Sánchez Hidalgo fue secretario particular de Francisco
Parra, a quien el General Lázaro Cárdenas, Presidente de la nación, había
nombrado Director de la Penitenciaría del D.F. Luego, el periodista, gracias a
su amistad con el Gral. Jesús Hernández Lugo, subsecretario de la Defensa
Nacional, se hizo cargo de la Dirección de los Talleres Gráficos de las
Escuelas de Hijos del Ejército. De allí, resultando el Gral. Hernández Lugo,
Gobernador Constitucional del Estado de Colima en el año de 1949, fue invitado
por él mismo para que dirigiera y reorganizara los talleres gráficos del Estado
colimense.
Invitado por el Lic. Román R. Millán Maldonado,
conocido periodista y furibundo vasconcelista sinaloense, quien llegó a ser
gerente del periódico pro Vasconcelos “El
Momento”, que se editaba en la Ciudad de México y del cual existen seis
ejemplares empastados de 1929, en el Archivo Histórico General del Estado de
Sinaloa; se vino a Culiacán, Sinaloa, en ese mismo año de 1949 para hacerse
cargo de la instalación y gerencia de “El
Diario de Culiacán” (1949-1973, que actualmente existe bajo en nombre de “El Diario de Sinaloa”), que vio la luz
pública en abril de ese año, bajo la dirección del desaparecido periodista
mazatleco Liborio Giles. Se separó del cargo y regresó al Distrito Federal,
para dedicarse a viajar en su propio vehículo por el noroeste de la república,
con la representación de varias casas metropolitanas productoras de artículos
para las artes gráficas, publicando y distribuyendo entre los impresores y los
que se dedican a las artes gráficas, una revistilla llamada “El Tipógrafo Viajero”, que nace en
febrero de 1961 y que hace posible su aparición, gracias a los patrocinios de
empresas tipográficas de la época como “Anáhuac”, “Tipos y Estadísticas”, “Casa
Bravo”, “Esterotipia Universal”, “Sánchez y Compañía S.A”., “Mexican Printing
Supply, S.A.”, entre otros.
Fue Don Manuel Sánchez Hidalgo un quijote toda su vida
y la mejor herencia que dejó a sus seis hijos y 23 nietos, fue un nombre limpio
y respetado por quienes fueron sus amigos y colaboradores en su amado oficio de
periodista y tipógrafo.
Pasó a mejor vida en el año de 1963 en el Hospital
Militar de la Ciudad de México, atendido ahí por sus méritos como Veterano de
la Revolución, en la que participó con no escasa actividad. Contaba a la sazón
con 65 años de edad. Descanse en paz.
FIN DE LA PRIMERA PARTE....CONTINUARÁ
FIN DE LA PRIMERA PARTE....CONTINUARÁ
[1]
Sánchez Hidalgo, Manuel. (1922. 26 de enero). A Nuestros lectores y anunciantes. El Eco de Nayarit. pp.1. De la
colección privada de Sergio Cuauhtémoc Sánchez Hidalgo García.
[2]
Madero Estrada, José Miguel (2013). Gobernadores del Estado de Nayarit. NNC News Network Communication. Fecha de
consulta: 4 de mayo de 2016. URL: http://www.nnc.mx/editorial/1368626849.php
1 comentarios:
Como puedo encontrar alguna edicion, particular, en linea
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