Por:
José Ricardo Morales y Sánchez Hidalgo
DE
CHILE: El ciclo de vida de cualquier institución u organización,
sobre todo de corte político como los partidos e incluso los distintos
gobiernos ya asentados en el poder, tienen un principio y un fin. Por supuesto,
es un espacio temporal durante el cual la estructura atraviesa todas las etapas
de su desarrollo, incluyendo: creación, crecimiento, madurez, decadencia.
Un ejemplo muy claro de esto es el Partido Revolucionario Institucional, el otrora partido aplanadora que llamábamos PRI. Creado en 1929 con el nombre de Partido Nacional Revolucionario, por Plutarco Elías Calles; organismo que cambió su nombre en 1938, bajo la presidencia de Lázaro Cárdenas y pasó a llamarse Partido de la Revolución Mexicana (PRM); para finalmente el 18 de enero de 1946, cuando gobernaba Manuel Ávila Camacho, se crean los documentos que dieron vida al actual Partido Revolucionario Institucional (PRI).
Es claro que la vida del PRI fue polémica, engañosa, falsa, criminal, demagógica, fraudulenta…nació haciendo trampa con la desastrosa elección de 1929, donde compitieron Pascual Ortiz Rubio, candidato de Calles y José Vasconcelos, por el partido antirreeleccionista, entre otros, ganando Ortiz Rubio, con un mega fraude de parte del gobierno.
Históricamente, la nómina priista fue enorme y llena de malandros de primerísimo nivel de la calaña de Gonzalo N. Santos; sin olvidar a esa lacra que incluso su amigote el presidente López Portillo, lo nombró general, Arturo “el negro” Durazo. O bien presidentes que nacen con el mismo Plutarco Elías Calles, artífice de la sangrienta guerra cristera, y sátrapas de enorme putrefacción como Miguel Alemán, quien instituyó la corrupción como un atributo del poder; el ya mencionado José López Portillo, caco intelectualoide; y sus antecesores Gustavo Díaz Ordaz y Luis Echeverría Álvarez, sin olvidar al otrora “innombrable” Carlos Salinas de Gortari y el moderno Alí Babá, Enrique Peña Nieto. Ni hablar de la interminable lista de gobernadores depredadores, que, si nos ponemos a enlistarlos, necesitaremos un enorme tomo lleno de cuatreros, asesinos, bandidos y saqueadores, de los cuales Nayarit ha aportado vergonzosos nombres de notorias ratas.
Hoy, aquella bien engrasada
maquinaria que gobernó de 1929 hasta 2000 con el gris Zedillo, es decir 71
añotes, no representa nada, si acaso un mísero 11% que, increíblemente, lo
iguala a MC, PT y el trinche dizque partido verde. Lo que sorprende es que
apenas hace seis años, el PRI era el instituto político que más diputados tenía
en la cámara y el presidente de la nación era priísta. ¿Qué demonios sucedió
hace apenas un sexenio para estar viendo a un revolucionario institucional
moribundo y siguiendo la senda que ya caminó el PRD antes de fenecer y caer en
el hoyo?
Alejandro Moreno, actual presidente del tricolor y marrullero mafioso de altos vuelos, al que de manera mamona llaman “Alito”, con la actitud de un emperador romano o un jefe imperial de los buenos tiempos priístas, sale a gritar babosada y media, queriendo tender una cortina de humo que no deje ver el resultado de la peor elección para presidente desde la fundación de este partido. Y como en México nadie renuncia a su puesto, por más grave o ineficiente que sea su desempeño, el tal "Alito", no solo no dimite y acepta su fracaso, sino que, con sus cómplices, ahora militantes resentidos, indignos lamehuevos, que ven en el agua revuelta habrá pingüe ganancia de pescadores, piensa reelegirse por ocho años más, dando así la puntilla a un histórico instituto político que va directo a un profundo barranco del que ya no saldrá jamás.
Por otro lado, muchos de los viejos y jurásicos priistas,
mañosos y transas, hoy llenan las filas de Morena y hasta el presidente López
Obrador, les ha regalado por sus “inestimables”
servicios, una embajada en algún país del orbe. "Alito", que no tiene cara para perorar y acusar a nadie de nada, sale con la zoncera de que la trágica derrota del PRI,
haciendo una inexplicable e imposible alianza con el PAN y lo que quedaba del
PRD, se debe a personajes que tienen que ver con el Pemexgate o hasta el asesinato
de Luis Donaldo Colosio ¡hace 30 años! "Alito" Moreno, bien sabe que no hay
negocio más productivo y rentable que un partido político y él, quiere el suyo.
Hace muchos años, concretamente en 1976, cuando era presidente Luis Echeverría Álvarez, el escritor Armando Ayala Anguiano, publicó un librito intitulado “El día que perdió el PRI”, lo que nos parecía una novelita de total e irrefutable ficción que casi rayaba en la locura, nadie pensaba que eso iba a suceder. A 48 años de esa edición, vemos que el PRI no solo perdió, sino que está en evidente vía de desaparecer.
Hay que decir, que Carlota gobernaba bien y era
exigente con los integrantes del gabinete de su marido, pero sí sufría con ellos, pues como
buenos machos mexicanos, se negaban a acatar las órdenes de una mujer. Se
mortificaba también con sus damas de compañía, porque ella, Carlota, tan culta
y preparada, salía del castillo de Chapultepec a recorrer la ciudad y quería
datos sobre la historia de algunos edificios como el Palacio de Minería o la
propia catedral y las “honorables” damas, nada sabían. Una de ellas, Concha
Lombardo, esposa del General Miguel Miramón, se quejaba de las preguntas de la
emperatriz y decía que debería mejor dedicarse a bordar y coser.
En la historia nacional han existido mujeres que dieron el primer gran paso, como la primera candidata a la presidencia del país, la siempre bien recordada Rosario Ibarra de Piedra, quien se inscribió como candidata en las elecciones de 1982 y 1988 por el Partido Revolucionario de los Trabajadores. Vinieron otras candidatas presidenciales más: en 1994, la Sra. Cecilia Soto, del PT y en esa misma elección, la hija de Vicente Lombardo Toledano, Marcela Lombardo por el Partido Popular Socialista. En 2006, la guapa Patricia Mercado, por el Partido Alternativa Socialdemócrata; en 2012, la panista Josefina Vázquez Mota y otra del blanquiazul en 2018, Margarita Zavala.
La primera gobernadora que tuvo México, fue Griselda Álvarez de León, que, siendo oriunda de Guadalajara, gobernó el estado de Colima. La primera mujer que obtuvo una curul en el senado fue María Lavalle, y lo hizo por el estado de Campeche. Lo que sí me sorprendió y confieso que no sabía, fue el caso de la primera diputada federal de la nación: Aurora Jiménez Quevedo de Palacios originaria del vecino municipio de Tecuala, Nayarit y además fue una activa promotora del voto femenino en el país. Ella obtuvo su curul siendo militante del PRI y cuando radicaba en Mexicali y se involucró en el sindicalismo, apoyando las huelgas de la Cervecería Tecate en 1948 y las de la Compañía Jabonera del Pacífico. Su esposo fue el primer presidente municipal de la fronteriza ciudad, dejando vacante la curul en la cámara baja, misma que ocupó su esposa Aurora en el año de 1954, concluyendo un año después debido a un accidente de aviación fatal cuando contaba con tan solo 32 años. La tecualense congresista, hizo sus estudios entre las ciudades de Tepic, Culiacán, el estado de Michoacán y el Distrito Federal, para concluir en la Facultad de Economía de la Universidad de Guadalajara. En el año 2008, la cámara de diputados, en su honor, puso su nombre al auditorio del edificio “E” en el palacio de San Lázaro.
Su nombre, ha pasado un poco
al olvido en su tierra nayarita, pues nunca he escuchado que se le haga algún
homenaje, o quizá, por descuidado, no me he dado cuenta. Amigos de Tecuala,
reivindiquemos su nombre y obra.
DE
MANTECA: Recuerdo que estando su servidor en el primer
año de la preparatoria —en la CDMX— un profesor nos preguntó a todos los
alumnos, que cuál carrera teníamos pensado seguir; por supuesto no faltaron los
que anhelaban ser abogados, o los médicos, los veterinarios, contadores, etc. Uno
de esos destrampados que nunca faltan, sin ningún rubor y con toda la seriedad
del mundo expresó que quería ser playboy. Así de fácil. El profesor
estupefacto, pidió que el alumno se explicara, y con la misma cara dura el
joven expresó que un playboy estaba siempre rodeado de bellas mujeres, comía en
los mejores restaurantes y su carro era un superdeportivo de lujo; agregó que
el playboy siempre trae dinero y no batalla para conseguir lo que quiere. “¿Y de dónde va a llegar ese dinero?”
preguntó el docente: “para un playboy no
hay imposibles” dijo con verdadero cinismo el atrevido muchacho. “¿entonces no vale la pena estudiar?”
cuestionó el maestro: “para nada, no se
necesita experiencia para ser playboy, cualquiera puede serlo”.
Este recuerdo juvenil me llegó
al escuchar las palabras de nuestro culto presidente Andrés Manuel López
Obrador quien dijo con igual desfachatez que mi compañero el playboy de
petatiux: “…no queremos que se apruebe
sin quitar una coma a nuestra iniciativa. Si se va a enriquecer, adelante. Por
ejemplo, se nos fue, en la iniciativa que tienen que tener cinco años de
experiencia los que puedan participar como jueces, magistrados…yo he estado en
contra de eso, y sin embargo, se nos pasó…porque yo soy más partidario de que
una mujer o un hombre, se titula como abogado, sale con mucho entusiasmo de
hacer valer la ley, está lleno de frescura, de ideales, llevar a la práctica la
máxima de que al margen de la ley nada, y por encima de la ley nadie…”
Siguió el mandatario perorando que los años hacen malos a la gente que se
corrompe y bla bla bla.
Para su servidor es claro: una persona como AMLO, que tardó 14 años en salir de la universidad, convirtiéndose en un fósil estudiantil; alguien como él, que despreció de manera grotesca a la ciencia y a los investigadores, que casi desapareció el Conacyt y que fue capaz de “insultar” —según él— a la clase media llamándola “aspiracionista”. Que desde el primer día de su gobierno ha satanizado a los intelectuales y en algunos casos los ha perseguido y exhibido en la diaria matiné, no es de dudar que en, su famoso plan de venganza, que no reforma, contra el poder judicial que pretende tragarse como hizo con el poder legislativo, piense de una manera tan burda y simplona sobre la manera de elegir jueces por medio del voto y que la experiencia vale 25 maracas. Reflexionemos sobre este despropósito. ¡Salud y hasta la próxima!
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