INDIFERENCIA
Por: Luis Rigoberto Díaz Tejeda.
Quienes queremos a Acaponeta, pueblo de tanta historia y tradición, cuna de grandes personajes y asilo de innumerables anécdotas; en mi oponión personal, veo que LA INDIFERENCIA ha ganado terreno fértil en el ánimo de todos aquellos ciudadanos
que más allá de luchar, de proponer, de crear, de participar, de intentar de que sus voces y sus opiniones sean tomadas en cuenta y escuchadas, de que sus ideas, si son buenas, sean analizadas para darles un seguimiento, la gente guarda silencio o si acaso cuando mucho critica sin proponer y mucho menos construir.
En todo el país se vive una caótica situación económica, crisis que más se refleja en Estados con economías pobres o menos sustentadas; Acaponeta no puede ser la excepción, aunado a esto, padecemos entre otros, el no conocer y aplicar para nuestro bien y entre nosotros mismos, el valor de la unidad, el apoyo al consumo de lo que aquí se produce, cultura que nunca se nos ha inculcado, tenemos, apoyamos y fortalecemos una economía de extracción al no frenar con nuestra falta de decisión y al consumir a las pocas pero grandes empresas aquí establecidas como Aurrerá, MegaElektra, Santorini y Farmacias Guadalajara, sus productos, mercancías y/o materias primas.
Esto, traducido en términos literales de economía, nos da como resultado que todo el circulante o flujo de dinero que se mueve en esta región, al consumir en establecimientos como los anteriormente mencionados, ocasiona una pobreza en nuestros bolsillos y en nuestra economía, debido a que el dinero sale de la región, de nuestro pueblo, sale hacia la bolsa de los accionistas o dueños de estos emporios, muchos de ellos transnacionales, algunos, como ya los evidenció recientemente el Presidente Calderón, no pagan impuestos, dejando temblando a la región. Aquí, lo único que dejan aparte de la miseria, sueldos bajos de empleados bien explotados, eso sí, los tienen bien controlados y como se dice, marcando el paso. Han ocupado el primer sitio en ventas, han desplazado a los negocios y/o empresas locales, como competidores, indudablemente que han sido exitosos y arrazadores, tienen casi el 80% del mercado, a los consumidores felices y a la economía temblando ¿y esto por qué? pues, simple: así lo hemos decidido, porque como ya se mencionó anteriormente, somos apáticos e indiferentes a muchas de las cosas que aquí nos suceden, porque nadie se ha preocupado por hacernos comprender que para no caer entre lo bueno y lo malo de esto, simplemente debemos consumir, siempre y cuando se cumpla con los mismos estándares de calidad y de servicio, con los productores de bienes y servicios de la localidad y con los negocios establecidos y comerciantes de la localidad. Todo es lo mismo, únicamente que estas empresas al no pagar impuestos como los señalaron en los medios de noticias nacionales y locales, crean condiciones de competencia desleal, ya que con recursos no gastados como el de los impuestos, tienen para montar grandes infraestructuras comerciales, algunas con aire acondicionados pero con precios mas elevados, otros con grandes o sofisticadas unidades de reparto pero también con precios mas elevados, otros con productos ganchos para atraer la atención de los consumidores y salgan comprando más de lo necesario con precios más altos y, otros con créditos chiquitos pero con interes semanales que sumados al mes, se convierten en un interés altísimo, etc. Así, hasta que nos vemos en esta triste realidad: calles solas a las ocho de la noche, negocios tristes, economía deprimida y una ciudadanía ya acostumbrada a vivir en esta penumbra de la falta de dinero en sus bolsillos, excepto lo fines de semana que es cuando la gran mayoria de empleados y obreros con sueldos racionados y superestirados o bien quincenalmente cuando los burócratas, funcionarios públicos o magisterial reciben sus sueldos, dando condiciones de un poco de vida y movimiento en toda esta región. Dígase lo mismo para los municipios del norte del estado.
Pues bien, no está por demás reconocer que el valor de la UNIDAD, entre la sociedad comercial y consumidores de Acaponeta está muy devaluada, somos malinchistas e incapaces de aceptar y reconocer que esto mismo nos ha ayudado a vivir así y entre nosotros opacamos nuestros valores contribuyendo directa e indirectamente a que las nuevas generaciones se desarrollen en un entorno adonde la economía se pulverice sin encontrar una oportunidad para el desarrollo de modelos económicos que den fuerza y sustentabilidad a los empresarios y comerciantes de la región.

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