Las recientes acciones violentas y asesinatos que se han registrado en Tepic, así como el aumento de la inseguridad de manera doméstica en los municipios como es el asalto a comercios, transeúntes y robo de casas habitación, autos y escuelas, así como la presencia desconcertante de personajes extraños y dignos de suspicacia en nuestras calles y colonias, han generado entre la población un miedo y desconfianza
tales que provocan pensamientos e ideas como el que se generó por la suspensión de clases los días jueves y viernes de la semana pasada. Más de una voz escuché de personas de acá en Acaponeta, que no creyeron que la interrupción de la práctica educativa, se debía al mal tiempo en toda la entidad. Como en esta ciudad las lluvias y los vientos, no tan fuertes como se presentaron en otros lugares y no ocasionaron mayor daño a la infraestructura escolar, muchos pensaron que la suspensión era motivada por oscuros hechos del crimen organizado en la entidad, de la cual el gobierno no creía prudente que se supiera. Hasta hablaron, sabrá de Dios de dónde sacan tal información, que conocidos cárteles, estaban peleando la plaza de Tepic. Así es el clima de desconfianza que se siente.
Radio Bemba, como llaman en Cuba al rumor y al mitote, corre con igual gracia y poca elegancia por las calles de nuestros municipios y algún psicólogo nos dirá que el miedo es una reacción emocional radical ante lo que la mente considera, en una circunstancia determinada, como un peligro para su integridad. La situación puede ser real o imaginaria, en virtud de que tanto lo real, como lo imaginario, producen el mismo efecto mental. Dicho en cristiano: nos estamos volviendo paranoicos y el temor es una constante en nuestro seno familiar. Aquellos tiempos en Acaponeta, cuando la gente dormía en las calles con las puertas y ventanas abiertas, han quedado en el pasado. Aquella imagen de la Ciudad de las Gardenias, donde uno podía salir de una fiesta o un baile, ya muy entrada la madrugada y caminar tranquilamente con la pareja hacia la casa o al menudo al mercado, no se hace ya, o si acaso no hay otra opción, es con recelo y temor, volteando a ver quién nos sigue.Ninguna ama de casa, sale a plena luz del día al mercado a hacer las compras del día y deja la puerta abierta o al cuidado de los vecinos, como antes sucedía y nada pasaba. Hoy vivimos otros climas sociales donde privan el desempleo, la absoluta falta de valores, la ausencia casi total de oportunidades, la pobreza y el rencor de algunos que no pueden ver triunfar a los demás, la más abyecta impunidad y una corrupción rampante de parte de los servidores públicos y de las corporaciones policiacas. Por eso el temor y la incredulidad de la gente ante acciones de gobierno como esta de suspender las clases por unas simples lluvias.
Toca ahora a nuestras autoridades gubernamentales, a los políticos de siempre, a los de nuevo cuño, a cualquiera que tenga un poco de poder e incluso a los que ya están enfrascados en campañas personales para mostrar que son dignos de alcanzar, con el favor del voto de la ciudadanía, puestos de elección popular; toca a todos ellos, llevar a cabo una tarea casi imposible: conseguir que la gente común y corriente, en ciudades y comunidades rurales, en el taller o la oficina, en las aulas de clase, en la plaza pública, en los pasillos de las oficinas de gobierno, recupere un poco y se puede un mucho, la confianza hoy perdida y casi casi enterrada.
Por ello, ante tantos acontecimientos desastrosos, chismes, verdades a medias y mitotes, tenemos miedo y, lo peor, no sabemos si es un miedo a situaciones reales o a sucesos imaginarios, de cualquier manera, qué triste es cuando los pueblos no le creen a sus gobernantes. (PEPE MORALES)
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