sábado, 28 de agosto de 2010

¡CUMPLIÓ 93 AÑOS DE VIDA "EL ECO DE NAYARIT"!

Por: José Ricardo Morales y Sánchez Hidalgo
El actualmente trisemanario “El Eco de Nayarit” aparecíó por primera vez el 26 de agosto de 1917. Don Rodolfo Antonio Sáizar Quintero, Director de El Eco de Nayarit de 1970 a 2000, de gratísima memoria para su servidor, se preguntaba, cómo había sido posible que el periódico hubiera nacido en una fecha tan mala para la economía del pueblo, pues agosto es un mes sumamente caluroso y las lluvias son factor que paraliza o reduce significativamente la actividad comercial y económica de la cabecera municipal de Acaponeta. Sin embargo, Manuel Sánchez Hidalgo Villalobos, su fundador, inquieto por naturaleza y con vastos conocimientos en la imprenta de tipos, a pesar de su corta edad, mecanismo complicado de aquellos tiempos, cuando la impresión era, sin duda, heroica y de infinita dificultad. El periódico comenzó a salir a la calle de manera semanal con el nombre original de “El Eco del Nayarit” con el cual permaneció al menos hasta 1920 (según consta en los pocos periódicos que aún existen de esa época), para luego cambiar a su nombre definitivo “El Eco de Nayarit”, ya con la preposición “de” y no la contracción “del”, y así se desarrolló hasta la fecha. Todo parece indicar que un señor de nombre Lamberto Cabañas, ingeniero de profesión, muy amigo de Manuel, le cuestionó acerca del nombre “El Eco del Nayarit”, haciéndole mención que ya no era correcto decir “del” Nayarit al territorio, que había pasado a ser, por la Constitución de 1917, Estado libre y soberano; si acaso, le dijo, la referencia debe hacerse a la zona serrana, la Sierra del Nayar o del Nayarit, como se le conocía o aún así se le llama. Sánchez Hidalgo, reparó en su error y dio la razón al Ing. Cabañas, pasando a llamarse en el futuro “El Eco de Nayarit”.
Paralelamente a la tarea informativa, Manuel Sánchez Hidalgo, manejaba una papelería, completa, variada y surtida donde se acumulaban, además de los artículos propios del ramo, libros que conformaban, más por romanticismo que por éxito comercial, una muy profusa bibliografía a la que anunciaba en el semanario como “Biblioteca Popular a precios populares”, pues estos variaban desde colecciones de 12 centavos a ejemplares más caros, seguramente mejor presentados, a dos pesos.

Los talleres primeros de El Eco, estuvieron situados en lo que hoy es la esquina de Juárez y México, donde hasta hace unos meses estuvo la Farmacia Corona y hoy ocupa una nevería. Posteriormente, este centro de trabajo se mudó a la esquina de Allende y Veracruz, frente al Mercado “Ramón Corona” y donde en la actualidad hay una frutería y en la parte alta un billar.

Así pues, durante un tiempo el periódico y la papelería funcionaron para “ir dando de comer” como coloquialmente se dice, a su propietario. Quiero suponer, que a pesar de todo, las finanzas personales de Don Manuel, el crecimiento de su familia y los compromisos normales financieros que todo mundo tiene y más cuando se es cabeza de un negocio, llegaron a hacer pensar al periodista en emigrar a la ciudad de México, donde radicaba su hermano Joaquín, para desarrollar allá actividades en otro negocio. Como él mismo lo explica en una confesión aparecida el 3 de febrero de 1929, mencionando que desafortunadamente no se logró una negociación de venta, tanto de papelería como la imprenta a los señores Manuel Sanz, de Guadalajara, Manuel Serafín Muñoz, oriundo en Contraestaca, Sinaloa, pequeña localidad del municipio de San Ignacio, y el Sr. Federico Corona, conocido comerciante de Acaponeta.

Cuando las pláticas de esa compra-venta no fructificaron, Don Manuel retomó el rumbo del periódico y menciona que adquirió nuevos tipos y elementos modernos que mejoraron la imagen de las ediciones, además tuvo la idea de contactar corresponsales en distintos rumbos de la región para ampliar la información, amén de las que ya recibía por correo postal o comunicados telegráficos y hacer del semanario, una circulación bisemanal, para luego pasar a trisemanario y la posibilidad de hacerlo diario en un futuro. No lo pudo hacer. Comenta en esa misma nota del 3 de febrero, que pasa a formar parte de la redacción del periódico el joven entusiasta Martín Sáizar, del cual dice:





“Como esta tarea de hacer el periódico trisemanal o diario sería para mí bastante pesada, vendrá a formar parte de la redacción del periódico el Sr. Martín Sáizar, joven que por su constancia en el trabajo, en el estudio y honradez sin tacha, ha sabido emanciparse poco a poco. El Sr. Sáizar ha trabajado durante muchos años en el taller de sombrerería del Sr. Francisco Casillas y en los ratos libre que le permiten sus labores ha estudiado por medio de curso en las escuelas interamericanas de New York, la noble carrera de periodista, practicando conmigo desde hace mucho tiempo, por lo que creo llenará su cometido a satisfacción. ¡No puede exigirse más a la provincia!”

Seguramente buscando mejores oportunidades de vida para él y su familia, logra vender años más tarde, muy probablemente en el año de 1933, el periódico al ya mencionado Sr. Federico R. Corona, empresario de la localidad, quien además fue candidato a la presidencia municipal y posteriormente en 1930 presidente municipal cubriendo un interinato. Este ciudadano era corresponsal de importantes bancos y casas comerciales de Mazatlán, además de ser propietario del Cine Royal, que se ubicaba sobre la calle México, a la altura donde está hoy en día la sucursal de Banamex y un edificio de apartamentos frente a la paletería “La Michoacana”.

En manos del Sr. Corona, El Eco de Nayarit, por tercera ocasión cambia de residencia y ahora pasaron a laborar a donde eran sus oficinas por la calle Oaxaca a unos pasos de lo que hoy es la terminal de camiones de Autotransportes Victoria, manteniendo como auxiliar de redacción a Martín M. Sáizar

Ignoro el tiempo que Don Federico R. Corona, sostuvo el periódico, pero calculo que no fue más allá de un par de años, pues en charlas que sostuve con Don Rodolfo Antonio Sáizar Quintero, estuvimos de acuerdo en que su señor padre, Don Martín M. Sáizar, tomó las riendas de la publicación entre los años de 1934 y 1935, cuando Don Federico, decide, dado su exceso de trabajo, dejar la dirección al Sr. Sáizar, quien en una intrépida iniciativa resuelve hacer de la publicación un diario, aumentando de manera sustancial el trabajo de confección; tarea que le tocó vivir a Don Eduardo Vidriales, quien recuerda de manera simpática:

“Pasado algún tiempo, sin pensarlo mucho y cual moderno Quijote, pero armado con una gran tranca de madera en lugar de la tradicional arma de don Quijote, Martín se lanzó a la odisea de convertir “El Eco” en diario.

Me invitó como jefe de tipografía y como formador del periódico y henos aquí, de la noche a la mañana imprimiendo nada menos que diario “El Eco de Nayarit” de aquellos ayeres.

De este imprimíamos primero las páginas interiores y reservábamos en la primera y la última espacios convencionales para las noticias nacionales o internacionales. Estas nos eran transmitidas diariamente por vía telegráfica, por una agencia profesional de México, D.F. en extractos de doscientas o trescientas palabras. Cuando se recibía el servicio había que “crecer” las noticias, labor en la que yo también tenía mi parte.

El siguiente paso (paso veloz, por supuesto) era dar a las noticias composición tipográfica, formación, prensa y… colorín colorado; “El Eco” se terminaba de imprimir a eso de las tres de la mañana para ser voceado unas horas más tarde. La siguiente jornada comenzaba a las once de la mañana del mismo día.

La hazaña duró unos cuantos meses, pues aquello se convirtió en una especie de juego del trompo en el que todos ponen y nadie saca nada. Ponía el director, poníamos los impresores, ponían los anunciantes y hasta los acreedores tenían que al menos un poquito de paciencia. […]

El diario murió según dictamen, por “exceso de escasez”, pero no murió “El Eco”. Este, tan campante, volvió en medio de una tranquilidad casi bucólica a su antigua vida de semanario, o alternativamente, bisemanario".

Martín M. Sáizar, logra en las siguientes décadas, hacer del periódico una empresa rentable y dimensionar a nivel estado su reputación y penetró en todas las capas de la sociedad acaponetense, incluidas las comunidades y ejidos municipales, así como las municipalidades de Tecuala, Huajicori e incluso Tepic. Con el paso de los años, también se crearon varias revistas, que si bien no tuvieron la misma permanencia que El Eco, si lograron penetrar en la historia municipal, por lo que muchos aún recuerdan a “Mosaico”, “Nayarit Moderno”, “Jomrón” y “Cosmos”, publicaciones que editó la que pudo ser llamada casa editorial de “El Eco de Nayarit”.

En los años de vida de este periódico, en el mundo se han producido un sinnúmero de guerras, dos de ellas mundiales; revoluciones, cambios de gobiernos pacíficos y violentos, desgracias provocadas por la naturaleza, en sus páginas se han escrito los nombres de 20 presidentes de la República, 46 Gobernadores del Estado de Nayarit y 63 Presidentes Municipales. Sin faltar los responsables de los ejidos, Comités de Acción Ciudadana, Clubes de Servicio, y cientos de organizaciones civiles y religiosas.

Al momento de escribir estas líneas y buscando información al respecto, podemos decir que, El Eco de Nayarit es una de las seis publicaciones, aún en funciones, más antiguas del país, con 93 años de vida, solo superado por “El Dictamen de Veracruz” –el más antiguo, con 112 años-, nacido como “El Dictamen Público” en 1898 y cuyo fundador fue Don Francisco J. Miranda; “El Universal”; fundado en 1916 por Félix F. Palavicini; “Excélsior” también de 1917 como El Eco, pero del 18 de marzo, fundado por el periodista Rafael Alducín. Otras de las más rancias tradiciones periodísticas, no mayores que el trisemanario acaponetense, son las de “El Siglo de Torreón, pues este diario fue fundado por el Sr. Antonio de Juambelz y Bracho en 1922 y finalmente “El Diario de Yucatán”, que vio la luz en 1925, gracias a los esfuerzos de un heroico periodista peninsular, Don Carlos Ricardo Menéndez González.

Es de hacer notar, que sin duda es muy difícil que un periódico, del tipo que sea, sobreviva tantos años y que lo sitúen como uno de los cuatro periódicos más longevos de la nación. Los arriba mencionados, además de El Eco, sobreviven en ciudades grandes como México, D.F., Veracruz, Ver.; Torreón, Coah. y Mérida, Yucatán, y en ningún caso tienen similitud o punto de comparación con Acaponeta, el municipio más norteño de Nayarit.

Así pues, 93 años son dignos de ser reconocidos y festejados por todo lo alto, sobre todo porque culturalmente el trisemanario ha significado algo para la población convirtiéndose en un símbolo municipal. Por ello, de manera personal, por lo que significa para su servidor, que constantemente he publicado algunas líneas en sus páginas, por lo que significa en la historia de la familia Sánchez Hidalgo, felicito muy cordialmente al Lic. Antonio Sáizar Guerrero, a la Profa. Consuelo Guerrero de Sáizar y a todos los que hacen posible que cada martes, jueves y domingo “El Eco” vuelva a ver la luz, especialmente a Antonio “Tony” Aguilar Rojas, José “El Cuachi” Herrera, Alberto “Gateado” Ramírez, cordiales amigos todos. ¡Enhorabuena y vamos por el primer centenario!

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