lunes, 4 de junio de 2012

CIUDADANOS DE SEGUNDA



Por: José Ricardo Morales y Sánchez Hidalgo

Hace unos días escuché en un noticiero de la televisión el comentario de un restaurantero de Oaxaca quien con evidente enojo se manifestaba –y no le faltaba razón—como ciudadano de segunda, pues desde hace algunas semanas los rijosos profesores adheridos a la sección 22 del CNTE tienen tomado el centro de la hermosa capital oaxaqueña, causando daños irreparables al comercio local, que mira con tristeza como estos “docentes” rebasan sin miramientos los derechos de los demás y con el pretexto de la libertad de expresión se han vuelto intocables, mientras los comerciantes, que tienen los mismos derechos que los mencionados profes, que pagan impuestos y empleados, muchos de los cuales han tenido que ser despedidos, ven que sus garantías individuales, mismas que se marcan en la Constitución, simplemente valen lo que una bolsa de cacahuates.


Ejemplos como este relucen y se presentan a todas horas a lo largo y ancho del país. Toda proporción guardada, voy a poner otro ejemplo que se presenta en los municipios del norte de Nayarit donde nos sentimos también ciudadanos de segunda. Voy a hablar de los transportes que nos llevan y nos traen de la ciudad de Tepic o incluso del Puerto de Mazatlán.
Sencillamente los que vivimos al norte del Estado, sufrimos con un servicio del transporte foráneo de tercer mundo. Medidito amigos, del centro de Acaponeta a la Central de Tepic, son tres horas y a veces un poco más. Por supuesto los paisanos que vienen de Tecuala a 12 kilómetros de nosotros o los huajicorenses a 18, tienen que sumar unos minutos más, lo que convierte el viaje en una pesadilla de desesperación.
Primero hacen una parada de más de 20 minutos en el crucero de Acaponeta. Por supuesto no hay garantía para el equipaje que se guarda en el compartimiento inferior del autobús, ya que ninguna de las líneas que aquí llegan ofrecen un comprobante. Es simple cuestión de suerte o fe en el santo de la devoción de cada quien. Los camiones son unidades que ya vieron mejores tiempos, con asientos que rara vez sirven, ventanillas que no abren, polarizados que más que proteger del sol, impiden toda visibilidad; el aire acondicionado, cuando se tiene la suerte de que funcione se hace a voluntad del chofer; si él tiene calor lo encenderá, si tiene frío lo apagará. Por esas cosas raras de la vida, casi siempre tienen calor cuando hace frío y tienen frío cuando el sol cae a plomo. 

Estas líneas que en otras épocas fueron heroicas, hoy convierten en héroe al usuario y van parando en cualquier punto de la carretera internacional No. 15, antiguamente la única que llegaba a estos puntos norteños. Hay que recordar que antes llegaban a Acaponeta, varias líneas pues era punto casi obligado de paso y si mal le iba a uno lo dejaban en el crucero a 2 kilómetros de distancia de la plaza principal, con la circunstancia de que ahí, en esos años, no había sitios de taxis que llevaron a los pasajeros a la “civilización” y el gran problema era en las noches, cuando aquello estaba más solo que candidato que no figura en las encuestas y más negro que la boca de un lobo.

Ahora ese problema no existe, las 24 horas hay taxis esperando el pasaje en el crucero, lo malo es que ya muchas líneas, la mayoría de las cuales son las mejores que se dirigen al norte del país, prefieren viajar por la carísima dizque autopista del Pacífico, misma que dista a unos ocho kilómetros de Acaponeta y unos seis de Tecuala y donde no es posible que lo dejen a uno, porque nadie va a pagar caseta de 180 pesos para recoger a los pasajeros que tienen la mala fortuna de caer en ese lugar, donde no hay taxis, ni camiones, ni almas caritativas que lo quieran llevar.

Los choferes son también una suerte de la lotería, lo mismo te puede tocar un caballero de buenas maneras y dispuesto al buen servicio, que un barbaján, que no suelta el celular, o lleva a su “gorda” de viaje por un lado, oyendo espantosas canciones del Coyote o cosas peores a todo lo que da el volumen. Quizá, la buenaventura te acompañe y te ensarten la consabida película de Cantinflas misma que apenas se escucha… mejor amigos dormir si la gota de agua que cae del techo por motivo de la condensación del aire acondicionado, misma que atina a apuntar a tu frente. Da coraje también cuando a personas de la tercera edad se les niega el descuento, porque dicen ciertos chafiretes, no llevan la credencial que los acredita como viejitos. No valen canas, arrugas, gafas con lentes de cristales gruesos, semblantes cansados, bastones o rodillas cubiertas de vendas, quieren ver una fría credencial donde a las claras diga que la persona es un anciano y merece respeto, antes no, pague completo y pase para atrás, les escupen groseramente. 

En Peñas ¡Vive Dios! Otra parada de 20 minutos para recoger pasaje, a donde suben los vendedores de elotes, cocos, jícamas, aguas, periódicos, cacahuates, tamales y por supuesto pomadas milagrosas que te curan desde un cáncer pernicioso, hasta una pulmonía cuata. Todo antes de llegar a Las Brisas donde también paran varios minutos.
Tuve en alguna ocasión la terrible mala suerte de que un vendedor de donas azucaradas subiera con enorme charola llena de pan y en un brinco del camión se me fue encima y me dejó con las donas colgadas de mis orejas y el regazo y no te queda amigo, más que hacer cara de “esto no está pasando y pronto voy a despertar”. 

De regreso es lo mismo y ahora se están hasta media hora frente a la penal de Tepic donde se ha formado una pequeña central camionera en pequeño.
En la Central de Tepic las cosas son peores, pues los habitantes de esta sufrida zona norte de Nayarit, tenemos que apresurarnos a llevar a cabo nuestros pendientes, mandados y diligencias, porque el último camión sale a las 19:30 horas y ya no hay manera de salir de la ciudad capital, pues como ya dije, los autobuses, generalmente de buenas líneas que van al norte toman por la dizque autopista lo que es un problema que ya narré.  Por otro no hay manera de pasar a los andenes sin que intolerantes policías te impidan el paso y tengas que salir a la calle, --por el pollo te dicen, luego te enteras que te recogen frente a un negocio de pollos fritos-- a ver si por caridad algún chofer que te lleve, si tienes la enorme suerte de que se vaya por la internacional 15.

Tuve oportunidad de viajar hace unos días a la hermosa ciudad de Morelia, Michoacán y mi esposa y su servidor con gran comodidad lo hicimos en autobuses con un aire acondicionado automático que enciende y apaga según la temperatura, con televisores de pantalla plana que puedes o no ver, pues van en silencio sin molestar a nadie, ya que al subir junto con un sándwich y un refresco te ofrecen unos audífonos para escuchar los diálogos de la película o tres canales de música para todos los gustos, lo que el usuario decida. Si prefieres dormir, los asientos reclinables casi se convierten en cama y disfrutas del paisaje por los amplios ventanales del vehículo. Como ciudadanos de primera y no se segunda como los camiones que llegan y salen de los municipios del norte.

Alguien preguntará: ¿cuánto te costó el pasaje a Morelia? Estoy seguro que muchos pagaríamos un buen precio si el servicio valiera la pena, cosa que sucedió hace algunos años, cuando llegó una buena línea de autobús a competir y los locales impidieron a toda costa su establecimiento en la ciudad, sin tomar el parecer del usuario que vio como una esperanza efímera aquel buen servicio. Los propietarios de los autobuses debieran comprender algunas consideraciones básicas del comercio y la competencia, como el pago variable que liga la paga del usuario con el desempeño del servicio.
Las empresas de transporte local están muertas y no se han dado cuenta, ni siquiera existe alguna que luche por su supervivencia
Todos, eso me queda claro tienen una mala percepción de la realidad. El enemigo primordial de esas empresa son ellas mismas, no saben o no quieren el 90% de las empresas que cierran no lo hacen por la gran competencia, sino por no saber cómo manejar sus propios defectos. 

Deben, creo yo, cerrar filas de forma urgente a favor de los clientes. El objetivo es claro “tener normas de calidad”. Construir sistemas de calidad ya que no deben de olvidar que cualquier negocio, desde el más humilde corporativo hasta el más soberbio de los changarros, se deben a las ventas y al servicio que nos hace sentir importantes y queridos, no simples ciudadanos de segunda como hoy nos pasa.

2 comentarios:

Ignacio González Angulo dijo...

Tienes razón, el norte de Nayarit está pésimamente comunicado. Los autobuses en Tepic para ir al norte SON DE PÉSIMA CALIDAD:
1. No hay salidas locales, todos son de paso que (como el caballo blanco) vienen del sur habiendo salido de Guadalajara o peor aún de Cd. de México.
2. Por la razón antedicha los choferes suelen venir ya cansados, lo que vuelve peligroso el viaje, y por la misma causa la cabina del pasaje viene muy sucia y entilichada.
3. Deben ustedes llegar y esperar que entre el camioncito a la Central Camionera, que el chofer reporte y saber la disponibilidad de asientos o andar a las carreras entre el andén y la ventanilla averiguando lo mismo.
4. Si su viaje a es a Mazatlán, hacer eso de noche es desvelarse para abordar el autobús a las dos de la mañana y entrar al puerto con el alba.
5. Si viaja más al norte, pues deberá abordar más temprano (el chiste es viajar de noche), ahora que si es hasta Tijuana o por ahí, ah pues el viaje es largo y cansado de todos modos sea la hora que sea, pero los que lo hacen yo creo que le calculan para llegar rayando el sol para luego, enseguida cenar y dormir, a ver si descansan.
A lo que me quiero referir es a que salir de Tepic rumbo al norte es toda una odisea, por falta de adecuados medios de transporte y la ausencia de salidas locales.

Anónimo dijo...

Estimado Sr.: JOSE RICARDO MORALES Y SANCHEZ HIDALGO, falto agregar que en los camiones tambien habitan bichos como CUCARACHAS ya que yo he sido testigo de ello, ya es hora de que las AUTORIDADES DE SCT tomen cartas en el asunto. Y ya era hora de que alguien se animara a escribir al respecto, SALUDOS.