miércoles, 6 de junio de 2012

DE LOS TRENES, SOLO EL RECUERDO...


Llegada del ferrocarril a Acaponeta.

Por: José Ricardo Morales y Sánchez Hidalgo

Quizá muchos de los que me leen tuvieron el placer de viajar por tren, era sin duda una aventura para todos. Hace muchos años tuve la oportunidad de hacer varios recorridos en ferrocarril: de México a Veracruz, de Ciudad Obregón a Guadalajara y de la tapatía ciudad a esta de Acaponeta. De estudiante recorrí las maravillas del Tren Chihuahua al Pacífico, sin duda un prodigio de la naturaleza por todo lo alto de la espectacular Barranca del Cobre.

Viajar por ferrocarril amigos, era cómodo, divertido e instructivo pues se aprendía mucho en aquellas campiñas maravillosas por donde cortaban los ejidos aquellos rieles que guiaban a la llamada “punta de fierro”.
Era cómodo pues uno podía pararse de su asiento y recorrer el largo y bamboleante pasillo en que se convertían los vagones. No faltaban aquellos carros llamados pullman o camarotes donde uno descansaba o dormía plácidamente y hasta era divertido, si bien no cómodo, pernoctar en las literas, más populares pero que convertían los viajes en alegres anécdotas que han quedado en el recuerdo de muchos.
La diversión en un tren estaba garantizada por la facilidad de movimiento y desplazamiento en el interior de los pasajeros. Había además carros comedores, algunos con servicio de bar, carro mirador, que daban un toque original y diferente a las vacaciones. Y hasta los viajes de negocios, eran otra cosa si se viajaba por el camino de hierro.


Hay quien dice que eran sumamente lentos y tediosos. Yo que los conocí, puedo decir que lentos sí eran, tediosos nunca. Más aún, viajando en ellos no deseaba uno llegar a la terminal.
Tenía su particular encanto el servicio de abordo con aquellos señores de raza negra que les tocó ver a los abuelos y que llamaban porters, mismos que gritaban a viva voz y por todo lo alto: ¡aaaaaaaamoooonos!
Por supuesto, en las estaciones de paso como la de Acaponeta, presenciar la llegada de la máquina diesel o de vapor, jalando innumerables vagones de carga o los verdes para pasajeros, era también un plus extra, que en ocasiones convertían estos espacios en paseos familiares como sucedió en esta Ciudad de las Gardenias, que debe ese nombre al hecho de que, en la estación a la llegada del tren, subían vendedores de gardenias, las cuales ofertaban en aromáticas canastitas que daban, quizá sin saberlo, identidad al pueblo.


La historia del ferrocarril en México, corre paralela a la historia de la modernidad del país, desde aquel lejano decreto del 22 de agosto de 1837, en el cual el general Anastasio Bustamante como Presidente de la República, otorgó a acaudalado comerciante residente en el puerto de Veracruz, privilegio exclusivo para establecer un camino de hierro desde Veracruz hasta esa capital, arranca una historia que vio su esplendor durante el gobierno satanizado de Porfirio Díaz Mori y comenzó su debacle en el año de 1996 con Ernesto Zedillo Ponce de León, que desincorpora del estado a la empresa paraestatal Ferrocarriles Nacionales de México y se dan por finalizadas las operaciones de transporte de pasajeros en todo el país.
Hoy, que yo sepa, solo hay transporte de pasajeros en la modalidad de recorridos turísticos, como son el Chepe, que corre de Chihuahua a Los Mochis y viceversa. El Tequila Expreso, que sale de Guadalajara a esa ciudad entre los agaves y creo que existe el Expreso Maya que conecta Mérida con Puerto Venado. Y pare Usted de contar, porque lo demás que existe son tan solo proyectos que la mayoría de las veces solo han quedado en eso, buenas intenciones y las erogaciones enormes que se hacen en la realización de los mismos, que después no se llevan a cabo y ahí están actualmente en los ya clásicos archivos de un bote de basura.
Para Acaponeta, el ferrocarril fue definitivo en su consolidación como ciudad, gracias a él, y esto es tan solo una teoría mía, Acaponeta tiene ese gusto por la cultura que muchos le reconocen. El tren a este municipio llegó por el norte justo el primero de enero de 1910, es decir, venía de Mazatlán, que, siendo puerto, es un lugar a donde llegan no solo mercancías, sino también ideas, culturas, formas de ver la vida de gente de muchos países del mundo o de otras entidades de la República Mexicana. La comunicación con los pueblos sureños de Sinaloa, como el ya mencionado Mazatlán, Concordia o  El Rosario fue enriquecedora para todos.
Por muchos años los habitantes de Acaponeta que llegaron a viajar en ferrocarril conocieron a un tren demasiado lento y al que denominaron El Burro, en contraste con otro más veloz y al cual “bautizaron” como La Bala, en realidad ambos eran de una lentitud desesperante.
A finales de los ochenta, cuando ya se llamaba Ferrocarriles Nacionales de México, surgió otro tren al que la gente llamó El Estrella, supuestamente porque sus instalaciones eran mucho más modernas, era más cómodo y más rápido, pero en realidad nada de esto era cierto ya que pronto se convirtió en un medio de transporte similar a sus antecesores; mala atención, pésimo servicio, lento como tortuga y, por si fuera poco, sus empleados abusaban de los viajeros y su estado físico llegó a ser antihigiénico. Como consecuencia de esto, la gente dejó de viajar en ellos y optó por el servicio de los autobuses, así fue como el servicio del ferrocarril se fue demeritando hasta desaparecer.
Hoy los trenes de pasajeros son solo un perenne buen recuerdo en la mente de muchos y nace la esperanza de una recuperación o rescate, cuando dos de los cuatro candidatos a la presidencia de esta nación, han ofrecido eso, rescatar al ferrocarril y meterlo a la vía de la modernidad, como hacen todos los países de primer mundo, que le dan trascendental importancia a su red ferroviaria, siendo el transporte de pasajeros una prioridad que todos reconocen y aceptan. No se explica una Europa sin trenes, o un lejano oriente sin ferrocarriles, así como no se puede entender un México, que busca sobresalir en el concierto internacional y no tiene este sistema de comunicación.
Por otro lado, grupos organizados como la Junta Vecinal de Acaponeta A.C. y no pocos ciudadanos de esta ciudad, ven con buenos ojos el rescate de la vieja, bella, atractiva, pero muy deteriorada estación del ferrocarril, para convertirla en un centro cultural, como puede ser el museo del ferrocarril o una casa de la cultura al norte de la ciudad.

Ya en la administración estatal pasada, se les propuso la rehabilitación de cuatro de estas estaciones hoy en el abandono: una la de Acaponeta, las otras en Ruiz, Ahuacatlán y Valle Verde, también en este último municipio, de hecho, en octubre de 2009 el amigo Antropólogo Raúl Andrés Méndez Lugo, junto con el Ing. Felipe Prado, de la Secretaría de Obras Públicas, el Mtro. Sergio Eugenio García Pérez, del entonces CECAN y la Lic. Teresa Márquez de CONACULTA, estuvieron en el D.F. con el Subsecretario de Transportes, Ing. Humberto Treviño, a quien le hicieron entrega del proyecto, desafortunadamente, este funcionario nunca se comunicó con ellos ni contestó a sus múltiples llamados vía telefónica y por internet, muriendo ahí el intento.
Sin embargo, el ánimo no decae y hay esperanzas de que recobremos primero los ferrocarriles que llenaban de alegría nuestros días; y segundo, la posibilidad de rescatar y convertir en importantes centros de cultura las estaciones del ferrocarril de Nayarit, tal como han hecho en otros Estados de la República. Y ojala lo alcancemos a ver y disfrutar.

(Este comentario se hizo en el noticiero de las 13 hrs. de la Red de Radio Red de Nayarit el 6 de junio de 2012)


1 comentarios:

jachinta dijo...

Seria fabuloso que habilitaran este inmueble pero sobre todo que le dieran utilidad y un espacio cultural nunca esta de mas. Lo felicito pepe, no siempre estoy de acuerdo con sus comentarios, es mas a veces hasta me cae gordo,pero debo reconocer que se preocupa porq tengamos acceso a la cultura. Ojala y tenga exito su proyecto