Por: José Ricardo Morales y
Sánchez Hidalgo
Quizá la primera evidencia de
identidad que tienen los seres humanos sea su nombre, la o las palabras que
habremos de llevar colgadas al hombro a lo largo de la vida, para bien o para mal. Hay bellos
nombres de las personas, y generalmente los padres se preocupan por legar a sus
vástagos un apelativo digno, bello y honroso…pero a veces los nombres de las
personas, ni se llevan con dignidad, ni por asomo son bellos y muchas veces no
se portan con honra. Todos los nombres, eso sí, tienen un origen, una razón de
ser y hasta su posterior transformación, es decir, una etimología que les da
sustento y explica algunas cosas.
Ya lo dijo un célebre pensador: el
nombre de un hombre es un soplo que lo entumece y del cual nunca se recupera.
Es muy probable que amable radioescucha que nos sigue, tenga conocimiento de
por qué se llama como se llama, muchos y ese es mi caso, llevamos el apelativo
de nuestros padres y hasta se va convirtiendo en una tradición dentro de las
familias, su servidor se llama José Ricardo porque así se llama mi señor padre,
y él por el nombre del suyo y mi abuelo por honrar el nombre, José Ricardo, de
mi bisabuelo, no sé si antes de eso, algunos otros respondían a ese nombre. Hoy,
uno de mis hijos es José Ricardo, solo el futuro y el destino nos dirá si sus
hijos llevarán su nombre, quizá José Ricardo quinto haga lo que hacen muchos,
que endilgan a sus pimpollos con el nombre del santoral del día de su
nacimiento y crecerán con los remoquetes de Mamerto, Filogonio o Sisebuto, todo
esto claro sin la intención de agraviar a nadie.
Y es que los padres de
los bebés, a veces no se miden, conocí el caso de un muchacho que nació justo
el 20 de julio de 1969, el día en que el hombre descendió a la luna, y en
homenaje a tan portentoso doble hecho, el nacimiento de su primogénito y el pequeño
paso del hombre y gran salto de la humanidad, bautizó a la inocente criatura
como Apolo XI, que es el de la nave que hizo la histórica travesía, y quizá lo
peor, lo de once escrito con la numeración romana, una X y una I, que algún
despistado puede leer como “Ji” o “Xi”.
No hace mucho tuve una
alumna con el simpático nombre de Leydilandy, y en broma le decía yo que tenía
nombre de parque de diversiones y me voy enterando hace poco que existe el
nombre de Disney como primer nombre y Landia como segundo, Disneylandia
Rodríguez Juárez, de origen centroamericano. Incluso las marcas comerciales
aparecen como apelativos en los individuos Toshiba Pérez, Alkasetzer Ramírez o
Nike Sotelo, que no figuran en el santoral cristiano.
Los nombres son como
los bigotes, los hay largos como el que tenía el padre de la patria Don Miguel
Hidalgo, mismo que era Miguel Gregorio
Antonio Ignacio Hidalgo y Costilla Gallaga Mondarte Villaseñor, o bien cortos
que son una envidia para los que, como su servidor, nunca caben en ninguna
lista y son la causa de innumerables equivocaciones, para los que no me conocen
soy José Ricardo Morales y Sánchez Hidalgo, y todo para acabar en un simple,
llano y cortito Pepe, lo que me recuerda el nombre de la ciudad de Los Ángeles,
cuyo nombre completo es El
Pueblo de Nuestra Señora la Reina de los Ángeles de Porciúncula, y se reduce a
un simple L.A. y que bueno, porque eso de Porciúncula, no es nada grato y
aunque pareciera el nombre de una enfermedad venérea, tan solo quiere decir que
es una indulgencia que se gana el día dos de agosto en las
iglesias y conventos de la Orden de San Francisco.
Las
telenovelas y muchos personajes famosos son motivo para bautizar a decenas de
cientos de chiquillos, hubo un tiempo en México donde surgieron como hongos las
Yesenias por el nombre de la protagonista de una telenovela, sé que existen las
Blanca Nieves, Michael Jordan y no son pocos los John Kennedy en el mundo. Lady
Di, fue muy socorrido en su momento y no dudo que en los próximos años veremos
aumentar las Gaviotas en las oficinas del registro civil de los municipios. Que
les parece llamarse Astroboy de Dios Gutiérrez o Masiosare Sánchez, sin que eso
quiera decir que es un extraño enemigo.
Y
no hace mucho un diario argentino dio la feliz noticia del nacimiento de una
linda niña, la cual su progenitor esperaba que fuera varón para honrar a su
ídolo Diego Armando Maradona, siempre soñó con un Diego Armando en casa, pero
siendo mujercita la recién llegada algo cambió, el tipo no se amilanó y le puso
a la pequeña Mara Dona. Sensacional.
Otra
paradoja es que muchos padres pasan meses alegando, discutiendo, pidiendo la
opinión de la familia, comprando libros de nombres y tratando de llegar a
acuerdos sobre el nombre de los hijos, todo para que acaben siendo el “el
tuercas”, “el mastodonte”, “el pato” o “el chango”, apodos que luego se
convierten en nombres propios y adquieren una fama que ni la misma persona
espera.
La elección de los nombres es realmente trascendental
para la vida de una persona, ya que puede dar un sesgo definitivo en el camino
de la vida, por lo cual debe ser tenido muy en cuenta a la hora de elegirlos,
buscando sus significados, debido a que pueden repercutir en el desarrollo de
la vida.
Psicólogos
y especialistas en el tema del comportamiento humano
han explorado la sensación de que los nombres influyen en la vida o los
destinos de sus portadores, y han descubierto también algunos aspectos
sorprendentes en lo que respecta a la psicológica de los nombres. No es lo
mismo que te llames Alejandro Magno, que Expropiación Petronila y termines
siendo la Chimoltrufia. Elijamos bien el nombre de nuestros descendientes y
evitémosles piedras en el camino con las
cuales pueden tropezar. ¿Y Ustedes amigos son felices con su nombre?
(Este comentario se transmitió por el noticiero de la Red de Radio Red en Nayarit el 16 de julio de 2012)
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