domingo, 1 de noviembre de 2009

DE CHILE, DE DULCE Y DE MANTECA

Hoy fuimos testigos de los retablos que saltaron las bardas perimetrales de la Escuela Secundaria, la ENEA y la Prepa 3, como ya comenté y montaron los altares, en los cuales convivieron lo mismo presidentes municipales, que líderes ejidales; niños y ancianos cuyas fotos nos dan idea de quiénes eran o, en folclóricas reseñas o semblanzas de vida, nos dicen que murieron por abuso del alcohol o de una penosa caída. Si los muertos llegaron del más allá a sus aras ricamente ornamentadas, encontraron sabroso colorido gastronómico, abundantes bebidas, pues lo mismo vimos un tarro de cerveza que un vaso de fresco tejuino. Eso es lo que hay que enseñarle a los jóvenes de hoy, no venirles con cuentos de sincretismos, aburridos simbolismos y rollos que pocos entienden; mejor enseñarles a ser y a hacer, pero muy importante, dándoles el lugar que ellos ahora ocupan porque estoy seguro que ambas cosas se pueden: unir las tradiciones con las cosas raras y modernas que a algunos de nosotros no nos gustan, pero que ahora forman parte de la identidad juvenil. Es decir, la modernidad sin tradición es tan vacía, como las tradiciones sin innovaciones. Dar al joven lo que es del joven y Adiós que te vaya bien... Como siempre, le recomiendo que se cuide allá afuera, que están agarrando chivos expiatorios. (Pepe Morales) Enviado desde mi oficina móvil BlackBerry® de Telcel

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