Por: José Ricardo
Morales y Sánchez Hidalgo
DE CHILE: Recientemente vi un curioso documental en Netflix, se titula: “Pepsi, ¿dónde está mi avión?”, es una serie de tremendos y ridículos eventos en que los humanos demostramos la clase de seres vivos que somos y lo que somos capaces de hacer.
Un muy breve resumen: allá en la segunda mitad de la década de los 90 en el siglo XX, la compañía refresquera Pepsi Cola, en abierta guerra comercial contra la poderosa Coca Cola, lanzó una novedosa campaña de publicidad en la cual ofertaban productos como chamarras de cuero, lentes para el sol, gorras, etc., mismos que se podían adquirir acumulando puntos que se regalaban en la compra de una lata del nocivo refresco.
En televisión, el anuncio mostraba a un joven que se disponía a ir a la escuela, se ponía una de las chamarras que ofertaban y debajo aparecían los puntos necesarios para adquirirla, por ejemplo: “chamarra de cuero” 125 puntos. El muchacho seguía avanzando rumbo a la puerta de salida y se calzaba unas gafas para el sol y lo mismo: “gafas para el sol”: 100 puntos. Al final del comercial, el chico llegaba a su escuela en un avión de combate Harrier, de esos que se elevan o aterrizan de forma vertical; al cual calificaban así: “avión Harrier 7,000,000 de puntos”, esto sin ninguna letra chiquita que advirtiera algo al respecto o que solo era promoción falsa. Uno de esos jóvenes avispados que nunca faltan tuvo “la genial idea” de hacerse del avión. Comenzó a investigar y supo que el vehículo tenía un costo de entre 32 y 35 millones de dólares. Hizo cuentas y calculó cuántas latas de Pepsi necesitaba para adquirir la aeronave, llegando a la conclusión de que ocupaba 4 millones 200 mil dólares aproximadamente y una odisea enorme para almacenar tantas latas, por lo que no era viable.
Un día, recoge uno de los catálogos que a propósito sacó la compañía Pepsico y se enteró que podía incluso pagar por los puntos, llegando a la conclusión de que, por tan solo 700 mil dólares podía adquirir el ansiado Harrier. Trató el joven, al que por cierto se unió otro loco aventurero, de canjear los puntos por el avión prometido, escribiendo una carta a la empresa refresquera, pero esta evidentemente se negó aduciendo que estas personas solo querían obtener dinero fácil, incluso llegaron a proponerle un millón de dólares que el joven no aceptó. Entonces comenzó el caso judicial que se conoció popularmente como el "Caso de los Puntos Pepsi".
Finalmente no consiguieron el avión, porque una jueza se puso del lado de Pepsi y consideró que esa parte final del anuncio era una broma, pero en el proceso pasaron al menos cinco años y un sinfín de trámites. ¿Ridículo? Sin duda, y este caso me recuerda por mucho las locuras del gobierno de la mal llamada cuarta transformación donde abundan las ocurrencias.
Recuerden que, como la Pepsi, AMLO ofertó un carísimo e hiperlujoso avión presidencial, que como nadie compró, se rifó cual promoción refresquera ante el estupor de todos y provocando un escándalo tal, que sin duda debemos incluir en el Museo Nacional de los Horrores. Sí me queda claro que esa aeronave nunca debió de existir; fue un acto de corrupción de los gobiernos de Calderón y de Enrique Peña Nieto, y que López Obrador no quiso ni ha querido usar, aduciendo que es muy lujoso y que un país pobre no puede ni debe tener un avión de ese tipo. Concuerdo con eso, pero el caso es que el avión ahí sigue y su mantenimiento y almacenamiento cuesta al erario miles y miles de dólares.
El surrealismo nacional. Es esta
otra ocurrencia de nuestros gobernantes, que no importa si son de derecha o de
izquierda, conservadores o liberales, chairos o fifís, parece que están ahí
para joder al pópolo; y sus acciones y decisiones son tan grotescas o
irrisorias como el caso de los “puntos de Pepsi”. Es muy sano que si una
persona señala o critica algo, debiera de aportar alguna propuesta de solución
y la verdad es que no se me ocurre nada —pero no me preocupa porque ni me va a
pedir mi opinión— y es que el caso es difícil y bizarro.
DE DULCE: Recientemente, encabezados por un grupo de buenos amigos como Sergio Tirado, José Luis Casillas y otros han organizado una mega reunión de amigos de la “camada” para el próximo mes de abril, mismo que auguro será sensacional, pues hay camaradas a los que hace muchos años no se le ve por esta tierra bella que a su servidor adoptó hace ya 36 años.
Menciono esto, porque recientemente estuve un domingo en la plaza y da pena ver la soledad en ese espacio común, donde antaño era sitio imprescindible para la reunión de amigos, o el punto de partida para dirigirse “en bola” a una fiesta o tertulia con la palomilla, y por supuesto, el espacio ideal para conocer lindas gardenias o apuestos varones e iniciar, si todo iba bien, una relación que muchas veces acabó en matrimonio. Ya los abuelos de gente que hoy somos abuelos, recordaban como los hombres giraban en la plaza a la derecha y las damas a la izquierda, para poder verse de frente, si algún caballero gustaba de una linda gardenia, le ofrecía una flor o un presente pequeño y a la siguiente vuelta se sentaban a comenzar quizá un romance. No soy por supuesto de ese tiempo, pero sí recuerdo aquellos lejanos años de fin de los 70 y principios de los 80 del siglo anterior, cuando de vacaciones decembrinas llegaba yo con mi familia y la plaza era el espacio común ideal y perfecto, porque como imán atraía a decenas de personas de todas las edades dándole vida a la plaza principal “Miguel Hidalgo”, otrora plaza “Constitución”.
Muchos puestos que alrededor “del cuadro”, eran motivo de interés de decenas que, además de dar la vuelta y saludar a los amigos, se daban el gusto de jugar a “las canicas”, al tiro al blanco o bien adquirir algún artículo útil o para regalo navideño. Gusto me da recordar el afamado restaurante “La Fuente” donde hoy se ubica la farmacia “Guadalajara”, lugar donde Joselillo o bien su esposa Doña Mary atendían a la numerosa clientela o a los viajeros que llegaban ahí en los autobuses “Tres Estrellas de Oro” que hacían el viaje hacia la capital del país vía Guadalajara o al norte con destino a Tijuana.
Recuerdo con mucha nostalgia las ricas tostadas de pierna y los siempre bien recordados preparados de ciruela y otros sabores, mientras la vieja rocola, tocaba las melodías, sino de moda, sí algunas “viejitas” pero muy buenas. Junto a Joselillo, era común ver y saludar al buen amigo Guillermo “Memo” Llanos Delgado, quien bromeaba o era bromeado por Don José con su característica simpatía.
La plaza, siempre fue el núcleo de la población desde su creación a principios del siglo XIX. Ya desde finales de esta centuria, diversos puestos alrededor de este espacio ofertaban las “gorditas de gallina” que el municipio de Ruiz presume ser “la cuna de las gorditas”, siendo que esta población ni siquiera existía ya que el ferrocarril aún no llegaba a ese punto. En esos tiempos, es claro que la plaza no era lo que hoy es, era simple y llanamente un solar con piso de tierra donde existía una noria pequeña y una pila para bebedero de animales en el centro de ella, ya que ahí paraban las diligencias que hacían tránsito de norte a sur. Fue hasta 1884, cuando el Jefe Político del Territorio de Tepic, Gral. Leopoldo Romano, organizó y puso orden en el caótico espacio, reubicaron los puestos de vendimias, construyeron un banquetón de ladrillo alrededor de predio, posteriormente se encementó el piso, se colocó un poste con una lámpara de petróleo para iluminación nocturna, y hasta se dieron el lujo de contratar un grupo musical que ofreció serenatas los domingos. Más tarde este Gral. Romano, determinó llamar al flamante espacio “Plaza de Armas”. Hoy se muestra desolado y hace falta que la juventud tome conciencia de lo que tenemos.
DE MANTECA: ¿Sabían ustedes que durante el segundo imperio mexicano que encabezó Maximiliano de Habsburgo, nuestra querida tierra de Acaponeta fue la capital del departamento imperial de Nayarit?
En efecto, el 10 de abril de 1865 se expidió el estatuto provisional del Imperio Mexicano que fijó las bases para la organización política regional. Jalisco, al cual pertenecía el actual estado de Nayarit fue nombrado Cuarta Comisaría Imperial o bien Distrito Militar. Respecto a la zona geográfica de Nayarit, un documento refiere los límites de esta manera: Confina al norte con el departamento de Durango, sirviéndoles de límite de la corriente del río Guazamota hasta su reunión con el de Mezquital, el lecho de este hasta su reunión con el de San Blas y la corriente de este último hasta los antiguos límites reconocidos entre los extinguidos departamentos de Jalisco y Durango, y con el departamento de –Mazatlán, separado por todo el río de las Cañas hasta su desembocadura en el Pacífico, y la línea reconocida antiguamente entre los departamentos de Jalisco y de Sinaloa. Al este con el departamento de Zacatecas, siendo la línea divisoria toda la corriente del río Huejuquilla o de Jerez, desde su nacimiento hasta la incorporación en el río Grande y un meridiano que una el nacimiento del expresado río con la corriente del Guazamota. Al sur con el departamento de Jalisco, del cual está separado por el río Grande. Al oeste con el mar Pacífico. Quedan dentro de su jurisdicción la isla Isabela y todas las demás que según derecho le deban corresponder en el océano Pacífico. Su capital Acaponeta.
Es grande e interesante la historia
de nuestro querido terruño, hay que conocerla. Espero sus comentarios,
sugerencias y datos interesantes al correo: jori.mosahi@gmail.com
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