domingo, 8 de octubre de 2023

DE CHILE, DE DULCE Y DE MANTECA

 


Por: José Ricardo Morales y Sánchez Hidalgo

DE CHILE: Por la historia del presidente Andrés Manuel López Obrador y lo que nos ha mostrado en los últimos 20 años, sabemos que al jefe del ejecutivo federal no le gusta perder. Así sucedió en la elección del 2006, cuando su contrincante fue “el tomandante Borolas”, Felipe Calderón Hinojosa quien apenas superó al macuspano por un paupérrimo 0.58%, o sea, prácticamente un empate. AMLO, al que ya conocemos por su necedad y disparejo cacumen, se empeñó y convenció a sus seguidores de que él era el ganador y aquello había sido un fraude y un “compló” más en su contra. 


Recuerden aquella cantaleta que se oía hasta en el interior de la catedral de la hoy CDMX: “¡Voto por voto, casilla por casilla!”. Andrés Manuel arengó a sus huestes y tomaron por más de dos meses una de las avenidas más importantes de la ciudad de México, el famoso Paseo de la Reforma, por lo que mucha gente perdió sus empleos, desquició la vialidad citadina y no fueron pocos los comercios, restaurantes y hoteles que quebraron por la falta de clientes debido al plantón ordenado por el candidato del entonces PRD y que duró 47 largos días. Llegó al extremo el candidato derrotado, de colocarse una banda presidencial en el pecho y proclamarse ante el mundo como “presidente legítimo”.


Seis años más tarde, volvió López Obrador por sus fueros en la elección del 2012, ahora en contra de Enrique “Alí Babá” Peña Nieto y el mismo resultado: perdió AMLO y no reconoció el nuevo fracaso, aduciendo compra de votos, robo de urnas y todo tipo de trampas, y eso que la diferencia entre el primero y el segundo lugares no fue tan cerrado como en el 2006, pero, aun así, se vio peleada la contienda con una diferencia de apenas 6.76%.

Ante este precedente y la ambición desmedida que el actual presidente ha mostrado por el poder, o mejor dicho, por "su poder", dudo mucho que vaya a reconocer el triunfo de la oposición, en este caso representada por Xóchitl Gálvez —en el hipotético caso de que se diera—, aspirante del frente de oposición, quien se enfrenta a una elección de estado donde tendrá que contraponer a una candidata apoyada por el mandatario federal con todos los recursos, las estructuras oficiales y la bendición presidencial. 


Sheinbaum, hecha a imagen y semejanza de su creador, repetirá —estoy seguro— las tristes y patéticas historias del 2006 y 2012, con un pero en su contra y que, paradójicamente es el gran logro que AMLO tuvo en su administración: hoy tenemos un país dividido y completamente polarizado; por un lado los amlovers dispuestos a empuñar el machete y la carabina para defender al ídolo, al hueytlatoani tabasqueño llegado del cielo al que incluso la presidenta municipal de Tecámac, le besa la mano cual si fuera el mismísimo Papa Francisco o mejor aún, para estar a tono, con Quetzalcóatl; y por la otra, los que no hemos estado de acuerdo con un hombre que se sintió Rey Todopoderoso, que miente por sistema y viola flagrantemente la Constitución, que tiene ocurrencias inútiles y muy onerosas, y que por no estar de acuerdo somos tachados de traidores a la patria, conservadores, neoliberales, clasistas, racistas y mil adjetivos más. Además, Claudia no es López Obrador. 

Yo me enojaban cuando en aquellos tiempos decían que Andrés Manuel era un peligro para México…hoy estoy convencido que lo es. Que Diosito nos coja confesados…bueno no, mejor que nos agarre.


 DE DULCE: Enojados o no, disidentes o no, fracasados o no, Marcelo Ebrard y Ricardo Monreal, han venido señalando —Marcelo acusando y denunciado incluso— todo tipo de irregularidades en la consulta morenista para elegir a su candidato —o “coordinador de la 4T”—, sin resultado alguno. Estas imputaciones son tan inútiles como tirar piedras a la luna, pero ahí quedan como advertencia de lo que puede ser un cataclismo para el proyecto “transformista”.

¿Cuáles son y que deben ser tomadas en cuenta para la decisión de elegir aspirantes para la CDMX y otras ocho entidades del país? Estas, según ellos:

1. Prohibir el dinero ilegal. Sabemos que en estos terribles días que vive la nación, el dinero del crimen organizado permea la débil y convenenciera coraza política y decide quién debe ser, cómo hay que actuar y a favor de quiénes. Asimismo, hay voraces empresarios y hasta políticos corruptos interesados en “sacrificarse” mochándose con una lana “en apoyo desinteresado” a los candidatos; a sabiendas unos y otros que habrá tiempo de vacas gordas y recuperar lo “invertido”.

2. Eliminar la simulación política y el favoritismo. Con mucha razón el carnal Marcelo hace este señalamiento. Es claro y nadie, aún sus más conspicuos seguidores podrán negarlo, que el presidente de la república tiene señalada preferencia por Claudia Sheinbaum y no solo la protege con afán paternal, sino que echará toda la carne al asador con recursos del erario y toda la estructura del estado para ganar la presidencia sí o sí —para reelegirse él pues—. Y lo mismo sucederá con los nueve aspirantes a las gubernaturas en juego. Todos debiéramos protestar e impedir que las estructuras de gobierno trabajen con el dinero de nuestros impuestos a favor de un candidato.

3. Impedir el exceso de publicidad. Algo imposible de lograr y un insulto a la población que nota cómo las escuelas sufren por equipos educativos caducos o inservibles o edificios en ruinas; o bien hospitales, donde la gente se muere atorada en los elevadores; casi todos con terribles deficiencias en quirófanos o consultorios familiares y la perenne carencia de medicamentos, mientras las calles, avenidas, carreteras, parques y espacios comunes se llenan de pendones, bardas pintadas, enormes y onerosos espectaculares que tienen costos elevadísimos, y eso sin contar los millones de spots en radio, televisión y redes sociales. Que le pregunten a mi vampiro favorito Adán Augusto.

4. Las dirigencias partidistas deben ser neutrales. Mario Delgado, líder de Morena, hará lo que el presidente le diga o le mande. Lo demás no importa. No se debe tolerar la distorsión, el engaño y la perversión en el proceso interno, pero aquí todo depende de quien lleve la voz de mando. Cada que hablo o comento con amigos, por ejemplo acerca de los candidatos locales de Acaponeta, por lo que general todos me dicen: “el gobernador decidirá”, lo cual es cierto. El dedo elector no ha muerto en nuestro país.

5. No manipular encuestas. Vivimos una encuestitis sin precedente en el país y no metería las manos por ninguna de las casas encuestadoras. El que paga manda.

El tiempo no se detiene para nadie y las campañas, que ya parecieran muy avanzadas, aún no comienzan…dijera el clásico: “veremos cosas peores”.


DE MANTECA:  En este caso sí estoy de acuerdo —¡vaya hombre, por fin! — con el presidente López Obrador cuando vemos que, dijera el buen Shakespeare, “algo está podrido en Dinamarca” cuando un Tribunal Colegiado de Apelación en Materia Penal negó una orden de aprehensión girada en contra de Genaro García Luna, exsecretario de Seguridad Pública, acusado por enriquecimiento ilícito y que hoy pasa las noches viendo el frío techo de una celda en los Estados Unidos, en espera de su sentencia definitiva que será dada a conocer hasta marzo de 2024.

Esta decisión hiperencabritó a la Fiscalía General de la República, la cual determinó actuar en contra de un juez y tres magistrados, quienes se niegan a ver que, Genarito, consentido de “Borolas” Calderón, refugiado este hoy en España, agarradito de la mano del “Copetes” Peña; no puede comprobar un ingreso a su patrimonio por 43 millones de pesos, ya que lo que ganaba no le alcanza para tener gordito al marranito de los ahorros.

Continúan los malosos de este país gozando de la impunidad que es el producto “más productivo” del campo patrio. Ya hace tiempo al malandro García Luna, le descongelaron su dinero y toda la familia feliz (la de él por supuesto). En esta nación rara vez castigan a un “caca grande”, a un rico, o a un machuchón empresario, y si no, mire usted: han pasado 93 años del asesinato de decenas, quizá más de cien vasconcelistas, que uno a uno fueron secuestrados y posteriormente liquidados cerca de Topilejo. Todos hoy sabemos que el criminal fue el Gral. Maximino Ávila Camacho, pero en su tiempo nadie le tocó un pelo.


 Antes de eso, en 1927, catorce personas fueron masacradas en el municipio de Huitzilac y los responsables no llegaron a pisar la cárcel. Acabamos de cumplir 55 años de la matanza de Tlatelolco y ni siquiera sabemos cuántos estudiantes e inocentes transeúntes perdieron la vida en tan trágica noche y cómo gozaron de cabal salud y en libertad, individuos de muy baja estofa como los ya mencionados causantes de la masacre. 

Nueve años del truculento caso de los normalistas de Ayotzinapa y en el fresco bote se miran puros inocentes y libres como el viento los verdaderos asesinos que hasta testigos protegidos son. Todos estos hechos y muchos más, están envuelto en el misterio y el silencio, lo que pone de manifiesto cómo la violencia y la impunidad han sido usadas como herramientas por el Estado mexicano. ¡Salud para todos estimados lectores!

 


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