Por: Juan J. Gaspar G.
¿SERÁ EL CULPABLE VOLTAIRE?
Un tracto narrativo, escrito con amor, para el Mojado que aún llevamos dentro...
Esto
que pasó no fue producto de un delirio, no es la sacudida de un
repentino y tangencial arrebato onírico... aunque les parezca ficción,
es un hilo comunicante con la triste pesadilla que alguna vez tuvimos,
pero que forma parte de la vida real en la cotidiana existencia de
millones, de millones de compatriotas nuestros que sobreviven mas allá
de las fronteras...
Estaba por cerrar esas amarillentas páginas de Los miserables (Victor Hugo 1862),
cuando un fuerte vendabal golpeó los dinteles de la puerta y arremetió
contra todo lo que estaba acomodado o tirado adentro de mi cuarto... Sí,
aquello era el extremo de una tolvanera, hizo su fatal remolino en el
lugar adonde estaba por cerrar mis ojos para dormitar. Imposible... el
libro en cuestión voló por los aires, al igual que un atado de garras
que había tendido para protegerlas del enloquecido sereno primaveral, yo
mismo salí empujado por el furioso torbellino que parecía haber sido
mandado por alguien alevosamente declarado enemigo de mis
pacificidades...Salí casi disparado de mi habitación, dando traspiés
hasta la callejuela que atravieza El jacal de la Piedad...
El
viento no se quedó encerrado, me siguió empujando, empujando y yo de
plano me dejé llevar por ese ventarrón, al fin que sueño me faltaba y
deseos por desvelarme me sobraban... así que continue, caminando,
caminando por esa pedregosa calle, enmedio de feroces y enfadosos
ladridos y alaridos de perros...
A un lado del atrio, un
pequeño grupo de borrachines discutían acerca de variados temas; se les
oía verdaderamente enredados, más que confundidos o desinformados...
Hace unos días trajeron el cuerpo de un paisano golpeado por la policía
tejana... Más negro que el luto familiar era el silencio y la censura,
convertida en chisme por parte de la gente que exclamaba: "Si era un
vicioso que ya ni trabajaba... ya tenía deportación y aún así quería
seguir allá... "
Luis N. Carmona... Uno de los
tantos miles o millones de paisanos que salieron del pais, que cruzaron
la frontera norte... no para concretizar un sueño, sino para huir de sus
horribles pesadillas de pobreza y de marginación. Luis, prototipo
del iluso muchacho que emigra, que va y viene cada tres o cuatro años,
hasta que los operativos de la migra, la perdida de los afectos
familiares y los artificios adictivos de aquella sociedad, los llaman al
destierro y al fatal desarraigo...
--Mira, Primo, que nosotros, aunque sea con frijol y maíz, con el favor de Dios ahí la vamos pasando-- Fele,
un sujeto chaparrón, así lo declaraba, con su tembloroso cuerpo,
adormecido por litros de mezcal y su mente obnubilada por ideas y
sentimientos contrapuestos...
--¡Ni madre! --Dije yo,
entre mi sonambulismo-- La culpa es de este sistema, hacedor de gentes,
cuyas existencias tan burdas, triviales e inútiles, lejos de poblar de
ilusiones y esperanzas las mentalidades de las nuevas generaciones, solo
arrastran viejas deudas y gastos funerarios a sus ya endrogadas
familias...
Al igual que Luis N. Carmona, yo me
sentí más de alguna vez excluido por esta sociedad sureña, que ya no
cree en la magnificencia azteca, el sueño libertario de los criollos o
las reivindicaciones de los viejos caciques revolucionarios y sus
modernos herederos, los hipócritas gobernantes que firman con la zurda,
enbornando las papeletas oficiales con su águila mocha...
Ya
cuando pasó la tremenda ventisca, me despedí de aquellos embriagados
pro-hombres, desairándoles sus apestosos pistos de pulque babeante y
espumoso, que pasados de mano en mano, sobre cochambrosa ánfora de
plástico, incitaban al desorden y al enfrentamiento...
De regreso me acordé de los tropiezos del mojado, que sin hacer caso de la Ley de Morphie,
se sacude de sus negatividades para salir a enfrentarse a su destino...
Recordar los pasajes de segunda, por aire o por tierra... su tormentoso
paso por Tecate, por Laredo o Sonoíta... las
interminables horas de angustia, de hambre, desesperación y de miedo...
Su cruce por la accidentada y peligrosa línea, temiendo más que el
ataque de la peligrosa fauna del desierto, de los ataques de la
criminalidad que vive en la frontera y sus aliados, los uniformados
verdes, que no se sabe si son guardias fronterizos o matones a sueldo...
Recordar
que así como yo iba caminando mirando al cielo, sabiendo que este fin
de semana estaría con mi familia, otros pobres estrarían mordiendo el
polvo, enmedio de barrancos y desiertos...Cómo olvidar a los que andan
de un lugar a otro vendiendo sus esfuerzos, de una comarca a otra
huyéndole a la migra o escondiéndose en fétidas cocinas o bodegas,
intercambiando la protección de sus patrones gringos, por un mísero
jornal, siempre viviendo escondido, en espantoso cautiverio.
Los miserables,
el libro que fue arrebatado por los vientos, casi a punto de caer en el
sueño, me hizo de nuevo despertar y mirar hacia el cielo... La
gigantesca constelacion de Orión apuntando hacia el norte y mis
pensamientos llevándome a mirar el glorioso despertar de la América del
Sur.
La luna esplendorosa lanzó sus destellos luminosos, haciéndome recordar que un 26 de julio, del no tan lejano 1957, el sueño de unos jóvenes barbudos, cruzaron el Golfo de México, de Veracruz a la Sierra Maestra de Cuba, sin pensar en naufragios, ya que supo alentar el corazón de un Continente que se niega a morir... miles o quizas millones de estelas pude ver, antes de cerrar de nuevo la puerta, entrando a mi empolvada habitación...
Parafraseando a Victor Hugo, quise recordar el canto puesto en los labios de Grosvell, que enmedio de feroz emboscada exclamó... "Si es que estoy por caer, la culpa es de Voltaire... si es que una bala me alcanza, la culpa es de..." y
murió aquel patriota, sin terminar de decir aquella frase... aunque
advertimos que la culpa de todos sus corajes sería, sin lugar a dudas,
Voltaire... Gracias al esfuerzo de millones de inmigrantes este país
aun sobrevive, ya que las migajas repartidas por los magnates que
gobiernan, estan llenándole la boca a los clasemedieros... los pobres
que entregan su vida más allá de las fronteras, saben muy bien a quien
debemos culpar...
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