Por: José
Ricardo Morales y Sánchez Hidalgo
Leyendo un texto de sociología me entero que a principios de los años
90, un famoso cantante de rock, de nombre KurtCobain, de 27 años de edad y
líder del grupo Nirvana, se suicidó pegándose un tiro en la cabeza. El tipo,
según dice el texto, influía en muchísima gente, principalmente en los jóvenes
a través de su controvertida música, al parecer llena de propuestas que
incitaban a las drogas y al desorden. Al conocerse la muerte de este ídolode la
adolescencia, que yo diría era de barro, se desató una ola de suicidios, al
menos en Estados Unidos, de donde era originario.
Esto nos indica que vivimos
en una sociedad enferma, en la que a sus componentes les cuesta integrarse, que
hasta se pueden dar casos tan graves como la de jóvenes quitándose la vida solo
porque sus admirados héroes de cartón tuvieron la ocurrencia de volarse la tapa
de los sesos. En este sentido, dice el texto de referencia, el suicidio ha
dejado de ser un acto personal, privado e íntimo para convertirse en un severo
suceso de autodestrucción social.
Coincidentemente, al estar meditando sobre esto me entero por boca de
uno de mis hijos, que un cantantillo de tercera categoría, al parecer otro
héroe de la juventud, acostumbra “cantar” con un bote de cerveza en la mano y
hace tristes y patéticas imitaciones del gran Pedro Infante, seguramente
presumiendo medio borracho su categoría de dizque juglar y su educación “excelsa”.
No nos extrañe entonces si un joven, quizá su hijo amable amigo o los míos,
pasan en auto a gran velocidad por nuestras calles, hasta el tronco de
borrachos, aventando botes a la avenida y escuchando la dizque música de este
señor, el trovador borrachín, al cual tengo la buena suerte de no conocer.
Es común escuchar que alguien muy pomposamente afirma que la música es universal; sin duda lo es. Lo malo es que ésta condición se ha torcido de tal manera que la universalidad de la música se ha convertido en el principal vehículo con el que la juventud se expresa y/o se evade de la realidad y la verdad es que da miedo oír las propuestas que los mismos chavalos escuchan y hacen triunfar en la TV, la radio, el internet o la “disco” que ellos llaman antro, palabra que tenía un significado diferente en mi generación, propuestas musicales digo, que dejarían boquiabiertos a los ángeles que sacaron a Lot de Sodoma y Gomorra y esas cosas que escuchamos son tan comunes que nadie se sorprende y menos dice nada.
Es común escuchar que alguien muy pomposamente afirma que la música es universal; sin duda lo es. Lo malo es que ésta condición se ha torcido de tal manera que la universalidad de la música se ha convertido en el principal vehículo con el que la juventud se expresa y/o se evade de la realidad y la verdad es que da miedo oír las propuestas que los mismos chavalos escuchan y hacen triunfar en la TV, la radio, el internet o la “disco” que ellos llaman antro, palabra que tenía un significado diferente en mi generación, propuestas musicales digo, que dejarían boquiabiertos a los ángeles que sacaron a Lot de Sodoma y Gomorra y esas cosas que escuchamos son tan comunes que nadie se sorprende y menos dice nada.
No hace mucho escribí para el periódico para el que colaboraba, que por
las calles de la bendita ciudad de Acaponeta, pasó una camioneta vendiendo
sandías y llevaba –a todo volumen por supuesto—como fondo musical que
acompañaba los gritos de: ¡sandías, ricas y frescas sandías!, esa inolvidable
pieza (porque hay que reconocer que nunca la olvidaremos aunque queramos)
intitulada, sin ningún rubor: “La Cabrona”, así de gracioso, así de grotesco.
Es motivo de alegría y hasta aplaudimos cuando niños de cuatro o cinco
años cantan y bailan agarrados de un tubo, al son de las pegajosas notas
musicales que dicen: “¡tubo, tubo, eah, eah, tubo, tubo, chica sexy, mamaaaá!
Esto último de mamá arrastrando las palabras como si se tratara de un delicioso
placer prohibido a estas horas del día. Sensacional dirán unos y hasta suben a
sus hijos al youtube.
Las rocolas de los centros botaneros, restaurantes y otros negocios
“familiares”, todos ellos, son un estupendo compendio de la música que hoy
tenemos que sufrir bajo el pretexto de una supuesta libertad de expresión, no
importando que con ello a nuestros hijos se los lleve pata de cabra y aprendan
en un momento o con tan solo escuchar una sola rola de esas, lo que a nosotros,
padres de familia, nos lleva a veces años de instrucción y consejos saberlo.
Un estimado amigo y amable lector de mis escritos, me hizo notar en una ocasión que vio un anuncio que publicitaba cerveza, lo cual no tiene nada de particular, pero lo que me expresó nos indica que estamos perdiendo la guerra, en una competencia totalmente desigual entre lo comercial y la educación casera, el cartelón publicitario, continúo, anunciaba una ballena, o sea una de esas bebidas de gran tamaño, y la publicitaban como ¡familiar! O sea, una cerveza familiar, así como los refrescos tamaño familiar que hallamos en nuestras mesas. Es el colmo, pero también es comprensible si lo que se oye por radio, las rocolas, la TV y la imparable venta de discos piratas, todos son puras canciones que hablan de droga, sexo, vicios, ocios y libertinaje. Hasta homenajes le hacen a mafufos roqueros que en sus canciones hablan de orgías y promiscuidad con la misma naturalidad con que Agustín Lara le cantaba al hastío que era pavo real que se aburría de luz en la tarde.
Un estimado amigo y amable lector de mis escritos, me hizo notar en una ocasión que vio un anuncio que publicitaba cerveza, lo cual no tiene nada de particular, pero lo que me expresó nos indica que estamos perdiendo la guerra, en una competencia totalmente desigual entre lo comercial y la educación casera, el cartelón publicitario, continúo, anunciaba una ballena, o sea una de esas bebidas de gran tamaño, y la publicitaban como ¡familiar! O sea, una cerveza familiar, así como los refrescos tamaño familiar que hallamos en nuestras mesas. Es el colmo, pero también es comprensible si lo que se oye por radio, las rocolas, la TV y la imparable venta de discos piratas, todos son puras canciones que hablan de droga, sexo, vicios, ocios y libertinaje. Hasta homenajes le hacen a mafufos roqueros que en sus canciones hablan de orgías y promiscuidad con la misma naturalidad con que Agustín Lara le cantaba al hastío que era pavo real que se aburría de luz en la tarde.
No hace mucho, se cargaron a balazos, como si de un ajuste de cuentas
entre bandas de narcos se tratara, a popular cantante, ídolo de miles, quizá
millones de chicas, al cual ya fallecido casi quisieron canonizar, como si
hubiera sido la quinta esencia en la vida cultural, musical y social del país.
A fuer de ser sinceros y no dejándonos tragar por los excesos del
comercialismo, diremos, con riesgo de molestar a alguno, que con la muerte de
ese señor, el arte no perdió nada, y solo habremos de lamentar el menoscabo de
melodías mal cantadas, de mala calidad y pésimo buen gusto. Así está el mundo.
Antes de manera romántica, los músico-poetas para describir como una dama
tomaba asiento decía con melodía de buen gusto: "Blanco diván de tul
aguardará tu divino abandono de mujer"; hoy es simplemente: "De
reversa mami, de reversa..."
Los padres de familia hemos permitido que estas cosas sucedan e
involuntariamente aterrizamos en esta dispareja época donde los valores
familiares, los que nos dieron los abuelos hoy tan menospreciados también, se
cambian en las esquinas por carrujos de mota y grapas de coca. Ahora las
cátedras que más gustan a los chiquillos y a las chiquillas son las que
imparten sesudos sabios titulados en las más prestigiosas televisoras del país,
algunos de ellos, gigantescos consorcios generadores de inmunda basura y no voy
a decir nombres para no herir susceptibilidades.
Claro que la música es subjetiva y nadie es el dueño de la razón y menos
se debe tratar de imponer los gustos personales por encima de el de los demás,
sin embargo, los mensajes que están dejando ciertas melodías, a veces
ranqueadas en los primeros lugares de popularidad, si vienen afectando la vida
y futuro de nuestra juventud.
No nos cuesta nada orientar a los chavalos, sobre esas temáticas y hasta
poder debatir con ellos sobre el particular, mostrando lo que cada generación
de músicos ha producido. Tan valiosa es la música y los
artistas de nuestros tiempos y como la de la juventud actual.
Ya
lo dijo el gran Miguel de Cervantes: Donde hay música no puede haber cosa mala
y quien canta sus males espanta.
(Este comentario se transmitió por el noticiero de la Red de Radio Red en Nayarit el 12 de julio de 2012)
1 comentarios:
Pepe, me toco ver en Acaponeta algo que nunca vi ni en mis años de prepa, ni en la universidad como estudiante o profesor: En la caravana del fin de cursos de la UAN Unidad Académica del Norte, camionetas que venían de la máxima casa de estudios de Nayarit con su música a todo lo que da y sobre todo jovencitas y jovencitos con sus botes de modelo en la mano. Solo es una observación.
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