Por: José Ricardo Morales y Sánchez
Hidalgo
Igual puede suceder con la actitud de
algunos ciudadanos, aquí en Acaponeta o allá donde nos lee el estimado lector;
los ejemplos son muchos: la basura que la gente inconsciente saca por las
noches a la calle, con los taqueros de las esquinas que impiden totalmente el
paso del transeúnte; con los negocios establecidos que sacan a ofertar su
mercancía a la banqueta; del frutero que tiene estacionada una camioneta
permanentemente con basura destilando hediondos jugos de verduras y frutas en
el adoquinado; con las dueños de carnicerías que dejan rebosando los tambos con
los restos de los productos cárnicos; de las camaroneras que no asean su
espacio y tienen apestando el banquetón del lugar; con los que colocan sillas,
jabas y hasta tinacos apartando espacios de estacionamiento y un sinfín de
problemas que tiene nuestra sufrida ciudad; hasta que alguien, compadecido del
pueblo les aplique una muy justificada multa o sanción administrativa a los infractores
como marca el bando de policía y buen gobierno, se avanzaría mucho. Antes de
eso, todo serán buenas intenciones como las que usa el diablo para adoquinar el
infierno.
Ya
lo hemos dicho muchas veces, el principal problema del país es la impunidad y
aquí, hay una libertad enorme para hacer cosas indebidas. A pesar de que ya no
es tan fuerte y amenazadora la presencia de la CTM, la CNOP y otras
organizaciones que amparaban bajo su manto protector a todo aquel que deseaba
colocar en la calle, lo mismo un puesto de tacos, que un estanquillo de elotes
o una mesa vendiendo ceviche de camarón y cueritos de puerco, hoy el
ambulantaje en sucesivas administraciones municipales, se ha elevado de manera
significativa y alarmante. Muchos nos preguntamos si alguien se beneficia
económica o políticamente con la repartición de espacios por toda la ciudad.
Los
negocios establecidos, siguen considerando que esto es una competencia
desigual, pues los “informales” no pagan impuestos, ni arriesgan gran cosa con
sus destartaladas carretas, vamos, nadie los molesta ni requieren con trámites
y documentos engorrosos.
Tratar
de entrar y estacionarse en la zona alrededor del mercado Corona, es un verdad
un suplicio para los conductores y potenciales clientes, pues no hay lugar de
estacionamiento, ya que estos están ocupados por los vehículos de los mismos
propietarios de los locales comerciales o por carretas con vendimias de todo
tipo. No faltan los carritos de tacos que crecen y de tener unos cuatro metros
cuadrados, se adueñan de banquetas y arroyos vehiculares con estorbosas bancas
y hasta mesas con cuatro sillas, taponando el paso de los peatones y haciendo
imposible el tránsito para las personas discapacitadas. Súmele a eso, hieleras,
cilindros de gas, jabas de refrescos y lonas mugrosas y percudidas dizque para
cubrirse del sol.
Como
nadie les dice nada, viven y laboran en la impunidad total, para molestia de
toda la ciudadanía. Como el amigo del espejo, será su reinado hasta que les
pasen una sanción que ya exige el pueblo se haga pronto, mientras tanto el
caos.
He
sido testigo, al entrar a algunas sesiones de cabildo –no de esta aclaro, sino
de anteriores administraciones municipales--, que en el punto de la orden del
día donde se lee la correspondencia, es muy común oír muchas peticiones de
ciudadanos que piden se les otorgue un espacio, una esquina o una banqueta,
para tal o cual negocio. Regularmente es el síndico quien lee esta
correspondencia, y que los regidores escuchan las peticiones ciudadanas con
atención y compromiso, para después determinar qué hacer. La triste realidad es
que los regidores, ante estas lecturas se aburren, platican entre sí, juegan
con sus celulares, se van al baño y hacen cien cosas, se salen de la sesión
para ir a fumar un cigarrillo, menos escuchar cómo es su responsabilidad.
Consecuencia: dejan todo en manos del o la síndico, nadie se pone a pensar que
es un puesto más de los cientos que ya existen y mucho menos, hay una voz que
dse levante para defender la ciudad; perdiéndose otro espacio para el peatón;
eso sí, las peticiones parece que se hacen como con un “machote” pues todas
dicen lo mismo: “nos comprometemos a respetar las condiciones que nos marque la
autoridad”, cosa que nunca sucede.
Es
verdad que todo el mundo tiene derecho a trabajar y ganarse el pan honradamente,
pero no a costa de dejar a la ciudad y a su imagen hecha un asco y, su derecho
termina donde comienza en de los demás… ¿o no? Pero hay que decirlo con todas
sus letras, es la autoridad municipal que tiene la facultad de sancionar y
poner orden, lo cual no se ha dado en años y no se le ven ganas a este
Ayuntamiento tampoco.
No
solo a nadie sancionan o les piden que modifiquen sus negocios, simplemente
además no hay un seguimiento de nada. Hace algunos años recuerdo que el síndico
municipal Moisés Contreras Cantabrana, tuvo la buena idea de pedir a los propietarios
de carretas que en las noches, al terminar su labor se retiraran a sus
domicilios o a lugares donde no estorbaran, con el objetivo de poner orden y
mejorar la imagen urbana de esta noble ciudad. Envío Moisés, oficios a todos
ellos y algunos hicieron caso, otros lo vieron como “más de lo mismo”. Una
noche, el funcionario con una cuadrilla de ayudantes se dieron a la tarea de
retirar esos estorbos y “santo remedio”, al día siguiente los afectados se
arrepintieron de resistirse y el resto, al ver las barbas de sus vecinos
cortar, pusieron las suyas a remojar y retiraron las carretas, armatostes y vehículos
comerciales. Las calles por unos días lucieron "raras", pero bellas, raras porque
se veía que algo faltaba y eran esos carromatos espantosos, pero…siempre hay un pero…pasados
unos días, eso se olvidó, la autoridad no le dio seguimiento a la iniciativa,
bastó para que uno dejara de nueva cuenta sus cachivaches en las calles para que los demás
hicieran lo mismo, esa excelente idea se fue a la basura y todo volvió a como
era antes, para desgracia de todos y desilusión de aquellos que, como su
servidor, veíamos que por fin habría orden en el caos y se mejoraba sustancialmente
la imagen de la ciudad.
Hay
que hacer notar que esto es también el “síndrome del chipote”, porque mientras
la autoridad exija a unos que despejen banquetas de toda clase de artículos y
otros los deje hacer, nunca vamos a avanzar, es decir, lo que no es parejo es “chipotudo”,
si se le exigen a fulano, se le debe pedir lo mismo a zutano, aunque sea
poderoso, influyente o amigo del Ayuntamiento.
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