domingo, 11 de agosto de 2024

DE CHILE, DE DULCE Y DE MANTECA


 



Por: José Ricardo Morales y Sánchez Hidalgo

DE CHILE: Lo expresé, en este mismo medio, justo al día siguiente de que ganó —de manera apabullante sin duda— que le daría el beneficio de la duda a Claudia Sheinbaum Pardo, pues comprendía —su servidor—, que en ese momento, y aún ahora, ella no podría expresarse libre y abiertamente sobre los problemas más graves del país, puesto que, su mentor, el presidente Andrés Manuel López Obrador, aún era el gobernante de esta pobre nación, y lo será hasta el 30 de septiembre próximo. Ya que, el dueño de palacio nacional, era —y es— capaz de sacar de la jugada a la Dra. Sheinbaum, pues tanto así es su soberbia y ambición por el poder.


A pesar de darle ese beneficio a la próxima presidenta de México, con desaliento veo que, en estos momentos, Claudia está totalmente entregada a AMLO y, lo peor, muestra una sumisión que descorazona. No se ve —en estos momentos—, una futura mandataria que muestre su propia identidad y ponga en ejercicio su preparación, que es notable, ya que ella sí tuvo una licenciatura, así como una maestría y un doctorado, que la separa en años luz, de Andrés Manuel, fósil universitario.


Las similitudes que tiene López Obrador, con el “jefe máximo de la revolución”, Plutarco Elías Calles, son considerables y en ratos me parece que el tabasqueño reencarnó en el espíritu del sonorense. Ambos crearon un partido político nuevo, dando un giro definitivo al sistema política de su tiempo: Calles, el Partido Nacional Revolucionario (PNR), abuelo del decaído PRI; y López, el llamado Movimiento de Regeneración Nacional o Morena. Plutarco, como Andrés Manuel, “sugirieron” a su sucesor el gabinete que debieran de conformar, el primero a Lázaro Cárdenas, y el segundo a Sheinbaum Pardo.


LÁZARO CÁRDENAS Y PLUTARCO ELÍAS CALLES

Calles, fue obvio, deseaba continuar mangoneando a los presidentes en turno, así lo hizo con Portes Gil, Ortiz Rubio y Abelardo Rodríguez, pero llegó Cárdenas, y al igual que Claudia, aguantó hasta donde pudo la injerencia del viejo profesor de Sonora y le “aceptó” un gabinete a modo para Plutarco, lo que, según él, le garantizaba ampliar en el tiempo su “Maximato”, pero ya en el poder, Lázaro Cárdenas, con toda firmeza “aguantó vara”, hasta que las declaraciones de Calles, primero dando coba al presidente; luego se metieron en su política interior que trascendieron en la prensa a nivel nacional, por lo que “Tata” Lázaro expresó: “He podido conocer el verdadero fondo moral de muchos servidores públicos al observar en sus semblantes el disgusto que les causa la demanda de auxilio o de justicia de las gentes pobres. Entonces pienso más en la tragedia interminable de nuestro propio pueblo.” Así, el 14 de junio de 1935, el presidente Cárdenas reunió en Palacio Nacional a todo su gabinete, manifestándoles que considerando embarazosa su situación por la amistad que los ligaba con el general Calles, aceptaba presentaran su renuncia, lo que desde luego hicieron, nombrando posteriormente a gente de su confianza, convirtiéndose así, en uno de los mejores presidentes que ha tenido México lindo y querido.


Creo que la historia se repetirá y Claudia Sheinbaum, inteligente, activista de las causas justas, con mentalidad científica y amplia experiencia política, sabrá tomar su lugar en la historia y, creo, firmemente, a pesar de que no voté por ella, que tiene todo para ser una gran presidenta, no la mejor, porque eso no existe, pero sí, una gobernante de calidad que —ahora sí— transforme este país.

 


DE DULCE: Al momento de escribir estas líneas —viernes 9 de agosto a las 8 de la mañana— el medallero olímpico informaba que México ocupaba la posición número 61, del total de 204 países que participan en los juegos olímpicos de París 2024, es decir, todos, excepto Rusia y Bielorrusia, expulsados por la invasión a Ucrania. Si lo vemos desde esa perspectiva, nuestro país no está tan mal si pensamos que debajo de nosotros existen 143 naciones peor que los mexicas, pero —siempre hay un maldito pero—, por arriba hay 60 países mejores que el lugar de las tunas y el mole poblano. En contraparte, la nación líder es China con 76 medallas, 31 de ellas de oro; la siguen los gringos con 103 ascensos al podio en total, siendo 30 de oro. Ya no se ve México tan bien…


Algo sí hay que entender: las Olimpiadas no son cualquier competencia furris o de ocurrencia, es la actividad donde compite la crema y nata del mundo deportivo mundial, lo mejor de lo mejor en cada disciplina. Nuestra patria, en Francia apenas —y, repito, esto de “apenas” es relativo— acumula cuatro medallotas, dos de bronce y dos de plata, amén de que ya “tenemos” asegurada otra plateada y se busca el oro en boxeo. Por supuesto, muy atrás de las dos potencias mencionadas y el resto de los países que están por encima en ese medallero.


No soy muy ducho en los asuntos deportivos, pero si intuyo que, tanto en China como en Estados Unidos, hay apoyos muy importantes, incondicionales y tangibles para los atletas de todas las ramas, de las universidades salen verdaderos superhéroes que dominan los espacios atléticos. No cabe duda que la disciplina de los chinos es ejemplar y pienso, por ejemplo, en la competencia de los clavados, que cada clavadista de esa nación debió haberse tirado miles y miles de veces, hasta alcanzar la casi perfección que les da el oro en cada oportunidad, siempre con el apoyo del estado y en instalaciones de primer mundo.


PELÉ

En México lindo y querido, las cosas no son así, todo se ve confuso, nada hay transparente y lleno de burocracia y apatía. Un ejemplo claro. Hace algunas décadas, la selección mexicana de futbol era el rey o el adversario a vencer en la mediocre área de Concacaf. Recuerdo que allá, a finales de los años 70 del siglo pasado, Edson Arantes do Nascimiento, el popular Rey Pelé, fue contratado por el equipo Cosmos de Nueva York, con un objetivo principal: promover en la Unión Americana el balompié y hacer crecer en ese lugar el gusto por el deporte que en México es nacional. Hoy, Estados Unidos es potencia en Concacaf y sigue subiendo y al equipo tricolor le cuesta mucho ganarle a los norteamericanos. Se nota estrategia allende las fronteras, acá, el futbol es tan solo un pingüe negocio que enriquece cada día a los dueños de los equipos, sacrificando la calidad y evolución de esa disciplina.


En la Conade, de donde deberían de salir los apoyos para los deportistas de élite, todo es un caos y al parecer fuerte corrupción, que maneja una deportista que brilló en el atletismo y que, pensábamos todos, sabría manejar ese tema, porque sabe o sufría en carne propia, lo que padecen los deportistas por la absoluta falta de apoyo y la apatía gubernamental. Ana Gabriela Guevara fue buena para correr, pero no para administrar y menos ser sustento para miles de atletas mexicanos de calidad. Hay quien dice que incluso salió buena para robar, pues hay 30 millones de pesos que no ha podido o ha sabido comprobar y, lejos de eso, suelta inoportunamente la lengua —se sabe protegida del todopoderoso y omnipotente Zeus de palacio nacional—, y se atrevió a mandar a vender calzones y toallas a las participantes del nado artístico sincronizado, por cierto, sí lo hicieron, logrando colocar 5 mil trajes de baño y 8 mil 500 toallas, y ganar el apoyo de particulares como Carlos Slim y Arturo Elías Ayub, con lo que pudieron llegar a Francia. A la Guevara, ni siquiera se le ve animando a los competidores de su país.


LEONOR CARLOTA RIVAS MERCADO DE TORRES ADALID

DE MANTECA: Enseguida, le presento al amable lector a un desconocido personaje de la historia de Nayarit.

Los invasores franceses trajeron a México algo así como 30 mil oficiales y soldados franceses, unos tres mil austriacos, mil belgas y un buen número de militares de otras naciones como Dinamarca, Alemania y hasta turcos. Muchos de ellos hombres rubios, barbados, altos y enfundados en vistosos uniformes militares, arrancaron suspiros y rompieron corazones de las mujeres de este país.



En la ciudad de México vivía una mujer que había nacido en Tepic, cuando esta ciudad todavía era de Jalisco, se trata de Leonor Carlota Rivas Mercado, hermana del reconocido arquitecto Antonio Rivas Mercado, aquel que diseñó y levantó el famoso “Ángel de la Independencia” en la capital de la nación.

Leonor, estaba casada con Javier Torres Adalid, millonario empresario dueño de muchas haciendas pulqueras, de los centros de distribución de pulque y de infinidad de pulquerías en la ciudad de México y del país. La familia de ella, también era adinerada ya que su abuelo, Don José Manuel Rivas y Ríos, administraba la aduana marítima de San Blas, así como las aduanas terrestres de Tepic.

Cuando los franceses invaden México, imponen al emperador Maximiliano de Habsburgo; los muchos militares que llegaron se distribuyeron por todo el territorio nacional. Fue en la capital del país, cuando Leonor, ya con cuatro hijos producto de su matrimonio con Javier Torres, conoció a un comandante austriaco de nombre Karl Khevenhüeller, coronel del ejército de húsares, seguramente en alguno de los muchos bailes que organizaban los emperadores Maximiliano y Carlota de Bélgica. Leonor y Karl, no se atrevieron a llevar más esa débil relación, y no pasó más allá de simples miradas, sonrisas, guiños y señas cómplices y secretas, era, por decirlo de otro modo, un simple e inocente amor platónico. 


Pero, el 19 de junio de 1867, llega a la capital la noticia de que Maximiliano había sido fusilado en Querétaro y, entra el ejército liberal a la ciudad, y una de sus primeras disposiciones fue ordenar, que todo oficial o soldado extranjero se presentara a palacio nacional en calidad de preso. Khevenhüeller, no se deja detener y sale corriendo por las calles como fugitivo y, “casualmente”, según lo expresa en sus memorias, pasa por la casa de Leonor Rivas Mercado, la cual se da cuenta de la situación y lo ayuda, escondiéndolo no solo en su vivienda, sino en su propia recámara, donde “pasó lo que tenía que pasar” y Leonorcita quedó embarazada del austriaco. Se dice que tuvo 15 hijos, pero su esposo, al morir, según cuenta el historiador Miguel Villalpando, dejó todas sus propiedades y bienes a 14 de sus hijos, al número 15, no le dejó absolutamente nada. Cosas de la historia local. ¡Salud y hasta la próxima!

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