lunes, 27 de agosto de 2012

EN LOS 95 AÑOS DE EL ECO DE NAYARIT



ALGUNAS PRECISIONES SOBRE EL ORIGEN DEL NOMBRE DE
 EL ECO DE NAYARIT

Estimado amigo Antonio Sáizar Guerrero 
Director de El Eco de Nayarit:

Antes que nada, quiero felicitarte y al mismo tiempo felicitar a todos los que a lo largo de ya 95 años han de una u otra manera colaborado para que El Eco de Nayarit, se acerque al centenario de vida y eso por supuesto incluye a la ciudadanía de Acaponeta, que hace la noticia en las calles, en las oficinas, en los centros educativos, en los locales comerciales y en los espacios oficiales, para que luego el reportero las recoja y en forma de tinta las plasme en el papel, cumpliendo así con un ciclo más de la información y la comunicación. Vaya pues Lic. Sáizar mi abrazo y reconocimiento.


Quiero aprovechar para hacer algunas precisiones acerca del nombre del hoy trisemanario y sobre la nota que apareció el pasado jueves.
Hoy todos sabemos que “El Eco” como lo conocemos todos de manera genérica, aparece por primera vez el 26 de agosto de 1917. Don Rodolfo Antonio Sáizar Quintero, tu señor padre y Director de El Eco de Nayarit de 1970 a 2000, se preguntaba, cómo había sido posible que el periódico hubiera nacido en una fecha tan mala para la economía del pueblo, pues agosto es un mes sumamente caluroso y las lluvias son factor que paraliza o reduce significativamente la actividad comercial y económica de la cabecera municipal de Acaponeta, cosa que hoy estamos viendo como una inquietante realidad.

Sin embargo, Manuel Sánchez Hidalgo Villalobos, inquieto por naturaleza y con vastos conocimientos, a pesar de su corta edad, en la imprenta de tipos, de aquellos tiempos, cuando la impresión era sin duda heroica y de infinita dificultad, no reparó en estas, quizá para él, minucias y comenzó la historia que hoy cumple ya nueve décadas y un lustro.
El periódico comenzó a salir a la calle de manera semanal con el nombre original de “El Eco del Nayarit” con el cual permaneció al menos hasta 1919 (según consta en los pocos periódicos que aún existen de esa época, para luego cambiar a su nombre definitivo “El Eco de Nayarit”, ya con la preposición “de” y no la contracción “del”, y así se desarrolló hasta la fecha. Todo parece indicar que un señor de nombre Lamberto Cabañas, ingeniero de profesión, muy amigo de Manuel, le cuestionó acerca del nombre “El Eco del Nayarit”, haciéndole mención que ya no era correcto decir “del” Nayarit al territorio, que había pasado a ser, por la Constitución de 1917, Estado libre y soberano; si acaso, le dijo, la referencia debe hacerse a la zona serrana, la Sierra del Nayar o del Nayarit, como se le conocía y todavía así se le llama. Sánchez Hidalgo, reparó en su error y dio la razón al Ing. Cabañas, pasando a llamarse en el futuro “El Eco de Nayarit”.
Según el cronista municipal e historiador acaponetense, Sr. Néstor Chávez Gradilla, existió un periódico llamado “El Eco de Nayarit”, allá muy a principios de siglo XX y anterior al Eco acaponetense, en el ahora municipio de Ahuacatlán, el cual era editado por el conocido Doctor Don Luis Aranda Del Toro, quién fuera Diputado Federal por Tepic en la XXXVII Legislatura y Senador por Nayarit en las XXXVIII y XXXIX Legislaturas. El Doctor Don Luis Aranda Del Toro, fue además autor del libro “Nayarit. Aportación para algunos capítulos de la historia”. Especula Chávez Gradilla, sobre la posibilidad que Sánchez Hidalgo y Aranda del Toro, hayan sido amigos o tenido un contacto cercano, existiendo la posibilidad de que el nombre del periódico de ahí hubiera surgido. No existen datos al respecto y prefiero, de manera personal y totalmente dejado a la especulación, pensar que se trata tan solo de una coincidencia. 

Al momento de escribir estas líneas, como ya se ha dicho y es de sobra conocido, El Eco de Nayarit es una de las seis publicaciones, aún en funciones, más antiguas del país, con 93 años de vida, solo superado solo por “El Dictamen de Veracruz” –el más antiguo, con 112 años-, nacido como “El Dictamen Público” en 1898 y cuyo fundador fue Don Francisco J. Miranda; “El Universal”; fundado en 1916 por Félix F. Palavicini; “Excélsior” también de 1917 como El Eco, pero del 18 de marzo, fundado por el periodista Rafael Alducín, siendo el cuarto más antiguo El Eco de Nayarit, también del 17, pero del 26 de agosto. Otras de las más rancias tradiciones periodísticas que vale la pena mencionar, no mayores que el trisemanario acaponetense, son las de “El Siglo de Torreón, ya que este diario fue fundado por el Sr. Antonio de Juambelz y Bracho en 1922 y finalmente “El Diario de Yucatán”, que vio la luz en 1925, gracias a los esfuerzos de un heroico periodista peninsular, Don Carlos Ricardo Menéndez González. Estos son los seis periódicos más longevos del país, aún en circulación.

Es de hacer notar, que sin duda es muy difícil que un periódico, del tipo que sea, sobreviva tantos años y que lo sitúen como uno de los cuatro periódicos más perdurables de la nación. Los arriba mencionados, además de El Eco, sobreviven en ciudades grandes como México, D.F., Veracruz, Ver.; Torreón, Coah. y Mérida, Yucatán, y en ningún caso tienen similitud o punto de comparación con Acaponeta, el municipio  más norteño de Nayarit, con una población de apenas 34,665 habitantes, de los cuales, menos de 18 mil viven en la cabecera municipal. El Eco de Nayarit, por supuesto no tiene los anunciantes, ni apoyos oficiales que tienen diarios de circulación nacional como El Universal y Excélsior, pero quizá, las siguientes palabras que Don Antonio Sáizar Quintero, escribió para la edición especial del octogésimo aniversario nos digan el porqué de esa antigüedad y que me permito reproducir:

Lector:

Cada martes, jueves y domingo, al releer lo escrito en EL ECO, en el blanco y negro de sus páginas vemos reflejado el esfuerzo que realizamos todos los que intervenimos en su confección; al leer cada número de este periódico comprendemos que no tenemos, ni tampoco debemos, porqué cubrirnos con un falso manto de humildad para tratar de menospreciar la importancia de ese esfuerzo que realizan no solo el que escribe, no solo los muchachos del taller, no solo los voceadores, sino tú, lector, que eres quien al comprar cada ejemplar estás ayudando a que este periódico sobreviva, como ayudan también quienes nos apoyan apoyan con sus anuncios.
Lo hemos dicho en todos los tonos y a todos los vientos: podemos contar con los dedos de las manos, y nos sobrarán dedos, las ciudades que han sostenido un periódico durante 80 años o más. Acaponeta es una de esas ciudades, Acaponeta es uno de esos pocos lugares en los que se publica un periódico de tanta edad. Bien puede explicarse que un periódico permanezca durante decenios en ciudades grandes donde los subscriptores son muchos, donde el comercio paga bien los anuncios, donde el gobierno otorga buenos subsidios y aún así se considera, su prolongada aparición periodística, toda una proeza.
Entonces, ¿cómo podemos considerar el que EL ECO DE NAYARIT, siga cumpliendo años y más años hasta llegar, por hoy, a los 80? ¿Qué explicación podremos darnos? ¿Es acaso, como la de los periódicos grandes en ciudades grandes, una proeza, una hazaña? ¿Es algo más? En las grandes ciudades, los dueños de los grandes periódicos son supermillonarios, mientras que en este pueblo chico, el mantenernos decorosamente es un orgullo. ¿Será esa la diferencia?
La explicación que quienes hacemos EL ECO nos damos al respecto a su longevidad es que nuestro periódico lo hacemos nosotros mismos, los acaponetenses; aquí todos somos reporteros, aquí todos somos corresponsales, aquí todos somos editorialistas, aquí todos somos acerbos críticos y sabemos también prodigar elogios; todos pues estamos implicados en su proceso y su contenido. EL ECO está hecho no con la maquinaria moderna y costosa de otros periódicos, no; está hecho en un taller de pueblo, donde el corazón cuenta más que otra cosa, donde el editor y el formador, y el impresor, y el doblador, y el ayudante, se parten el alma desde que empiezan hasta que terminan cada número, hasta que ven el rimero de ejemplares ya dispuestos para salir a la venta. Aquí se entrega el alma, aquí se trabaja con devoción, aquí –si se vale decirlo- se rompe uno las uñas cuando no hay más manera de hacer andar la maquinaria.
Es, pues, gracias a ti, lector, y a todos los acaponetenses y lectores que tenemos en los pueblos de la región, que EL ECO se ha sostenido. Ya hemos dicho en otras ocasiones, y lo repetimos hoy, que siempre hemos guardado, y guardaremos siempre, respetuoso recuerdo de quienes anteriormente estuvieron dirigiendo este periódico. Para ellos, en el altar de nuestro corazón elevamos oraciones y encendemos velas rogando al Señor les conceda eterno descanso y que a nosotros nos permita, por los años que a bien tenga, seguir trabajando en este oficio que tanto nos gusta, en el cual nacimos y seguramente que en él moriremos.
Este ejemplar de EL ECO que tienes en tus manos, lector, es el fruto del esfuerzo de todos. Esta edición especial, con orgullo lo decimos –y muéstrala con orgullo—fue hecha totalmente en Acaponeta por acaponetenses, y aunque no es ni con mucho lo que desearíamos ofrecerte hoy que este periódico cumple 80 años, recíbela por favor con benevolencia, porque te la entregamos con profundo afecto.
Recibe, junto con este ECO, nuestro abrazo de amigos y de integrantes de la gran familia acaponetense, que es la familia de todos, con el deseo de que entre nosotros nunca tenga cabida ni la palabra que ofende, ni el calificativo que denigra.
Para ti, un abrazo de

RODOLFO ANTONIO SÁIZAR QUINTERO

Así pues, amigo Toño, sirva esta breve reseña para engordar la ya voluminosa historia de lo que debe ser considerado una de las tradiciones en uso del pueblo y villa de Acaponeta, Nayarit. Un abrazo.

José Ricardo Morales y Sánchez Hidalgo


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