ALGUNAS
PRECISIONES SOBRE EL ORIGEN DEL NOMBRE DE
EL ECO DE NAYARIT
Estimado amigo Antonio Sáizar Guerrero
Director de El Eco de
Nayarit:
Antes que nada, quiero felicitarte y al mismo tiempo
felicitar a todos los que a lo largo de ya 95 años han de una u otra manera
colaborado para que El Eco de Nayarit, se acerque al centenario de vida y eso
por supuesto incluye a la ciudadanía de Acaponeta, que hace la noticia en las
calles, en las oficinas, en los centros educativos, en los locales comerciales
y en los espacios oficiales, para que luego el reportero las recoja y en forma
de tinta las plasme en el papel, cumpliendo así con un ciclo más de la
información y la comunicación. Vaya pues Lic. Sáizar mi abrazo y
reconocimiento.
Quiero aprovechar para hacer algunas precisiones
acerca del nombre del hoy trisemanario y sobre la nota que apareció el pasado
jueves.
Hoy todos sabemos que “El Eco” como lo conocemos
todos de manera genérica, aparece por primera vez el 26 de agosto de 1917. Don
Rodolfo Antonio Sáizar Quintero, tu señor padre y Director de El Eco de Nayarit
de 1970 a 2000, se preguntaba, cómo había sido posible que el periódico hubiera
nacido en una fecha tan mala para la economía del pueblo, pues agosto es un mes
sumamente caluroso y las lluvias son factor que paraliza o reduce
significativamente la actividad comercial y económica de la cabecera municipal
de Acaponeta, cosa que hoy estamos viendo como una inquietante realidad.
Sin embargo, Manuel Sánchez Hidalgo Villalobos,
inquieto por naturaleza y con vastos conocimientos, a pesar de su corta edad,
en la imprenta de tipos, de aquellos tiempos, cuando la impresión era sin duda
heroica y de infinita dificultad, no reparó en estas, quizá para él, minucias y
comenzó la historia que hoy cumple ya nueve décadas y un lustro.
El periódico comenzó a salir a la calle de manera
semanal con el nombre original de “El Eco del Nayarit” con el cual permaneció
al menos hasta 1919 (según consta en los pocos periódicos que aún existen de
esa época, para luego cambiar a su nombre definitivo “El Eco de Nayarit”, ya
con la preposición “de” y no la contracción “del”, y así se desarrolló hasta la
fecha. Todo parece indicar que un señor de nombre Lamberto Cabañas, ingeniero
de profesión, muy amigo de Manuel, le cuestionó acerca del nombre “El Eco del
Nayarit”, haciéndole mención que ya no era correcto decir “del” Nayarit al
territorio, que había pasado a ser, por la Constitución de 1917, Estado libre y
soberano; si acaso, le dijo, la referencia debe hacerse a la zona serrana, la
Sierra del Nayar o del Nayarit, como se le conocía y todavía así se le llama.
Sánchez Hidalgo, reparó en su error y dio la razón al Ing. Cabañas, pasando a
llamarse en el futuro “El Eco de Nayarit”.
Según el cronista municipal e historiador
acaponetense, Sr. Néstor Chávez Gradilla, existió un periódico llamado “El Eco
de Nayarit”, allá muy a principios de siglo XX y anterior al Eco acaponetense,
en el ahora municipio de Ahuacatlán, el cual era editado por el conocido Doctor
Don Luis Aranda Del Toro, quién fuera Diputado Federal por Tepic en la XXXVII
Legislatura y Senador por Nayarit en las XXXVIII y XXXIX Legislaturas. El
Doctor Don Luis Aranda Del Toro, fue además autor del libro “Nayarit.
Aportación para algunos capítulos de la historia”. Especula Chávez Gradilla,
sobre la posibilidad que Sánchez Hidalgo y Aranda del Toro, hayan sido amigos o
tenido un contacto cercano, existiendo la posibilidad de que el nombre del
periódico de ahí hubiera surgido. No existen datos al respecto y prefiero, de
manera personal y totalmente dejado a la especulación, pensar que se trata tan
solo de una coincidencia.
Al momento de
escribir estas líneas, como ya se ha dicho y es de sobra conocido, El Eco de Nayarit
es una de las seis publicaciones, aún en funciones, más antiguas del país, con
93 años de vida, solo superado solo por “El Dictamen de Veracruz” –el más
antiguo, con 112 años-, nacido como “El Dictamen Público” en 1898 y cuyo
fundador fue Don Francisco J. Miranda; “El Universal”; fundado en 1916 por
Félix F. Palavicini; “Excélsior” también de 1917 como El Eco, pero del 18 de
marzo, fundado por el periodista Rafael Alducín, siendo el cuarto más antiguo
El Eco de Nayarit, también del 17, pero del 26 de agosto. Otras de las más
rancias tradiciones periodísticas que vale la pena mencionar, no mayores que el
trisemanario acaponetense, son las de “El Siglo de Torreón, ya que este diario
fue fundado por el Sr. Antonio de Juambelz y Bracho en 1922 y finalmente “El
Diario de Yucatán”, que vio la luz en 1925, gracias a los esfuerzos de un heroico
periodista peninsular, Don Carlos Ricardo Menéndez González. Estos son los seis
periódicos más longevos del país, aún en circulación.
Es de hacer
notar, que sin duda es muy difícil que un periódico, del tipo que sea,
sobreviva tantos años y que lo sitúen como uno de los cuatro periódicos más perdurables
de la nación. Los arriba mencionados, además de El Eco, sobreviven en ciudades
grandes como México, D.F., Veracruz, Ver.; Torreón, Coah. y Mérida, Yucatán, y
en ningún caso tienen similitud o punto de comparación con Acaponeta, el
municipio más norteño de Nayarit, con
una población de apenas 34,665 habitantes, de los cuales, menos de 18 mil viven
en la cabecera municipal. El Eco de Nayarit, por supuesto no tiene los
anunciantes, ni apoyos oficiales que tienen diarios de circulación nacional
como El Universal y Excélsior, pero quizá, las siguientes palabras que Don
Antonio Sáizar Quintero, escribió para la edición especial del octogésimo
aniversario nos digan el porqué de esa antigüedad y que me permito reproducir:
Lector:
Cada martes, jueves y
domingo, al releer lo escrito en EL ECO, en el blanco y negro de sus páginas
vemos reflejado el esfuerzo que realizamos todos los que intervenimos en su
confección; al leer cada número de este periódico comprendemos que no tenemos,
ni tampoco debemos, porqué cubrirnos con un falso manto de humildad para tratar
de menospreciar la importancia de ese esfuerzo que realizan no solo el que
escribe, no solo los muchachos del taller, no solo los voceadores, sino tú, lector,
que eres quien al comprar cada ejemplar estás ayudando a que este periódico
sobreviva, como ayudan también quienes nos apoyan apoyan con sus anuncios.
Lo hemos dicho en todos los
tonos y a todos los vientos: podemos contar con los dedos de las manos, y nos
sobrarán dedos, las ciudades que han sostenido un periódico durante 80 años o
más. Acaponeta es una de esas ciudades, Acaponeta es uno de esos pocos lugares
en los que se publica un periódico de tanta edad. Bien puede explicarse que un
periódico permanezca durante decenios en ciudades grandes donde los
subscriptores son muchos, donde el comercio paga bien los anuncios, donde el
gobierno otorga buenos subsidios y aún así se considera, su prolongada
aparición periodística, toda una proeza.
Entonces, ¿cómo podemos
considerar el que EL ECO DE NAYARIT, siga cumpliendo años y más años hasta
llegar, por hoy, a los 80? ¿Qué explicación podremos darnos? ¿Es acaso, como la
de los periódicos grandes en ciudades grandes, una proeza, una hazaña? ¿Es algo
más? En las grandes ciudades, los dueños de los grandes periódicos son
supermillonarios, mientras que en este pueblo chico, el mantenernos
decorosamente es un orgullo. ¿Será esa la diferencia?
La explicación que quienes
hacemos EL ECO nos damos al respecto a su longevidad es que nuestro periódico
lo hacemos nosotros mismos, los acaponetenses; aquí todos somos reporteros,
aquí todos somos corresponsales, aquí todos somos editorialistas, aquí todos
somos acerbos críticos y sabemos también prodigar elogios; todos pues estamos
implicados en su proceso y su contenido. EL ECO está hecho no con la maquinaria
moderna y costosa de otros periódicos, no; está hecho en un taller de pueblo,
donde el corazón cuenta más que otra cosa, donde el editor y el formador, y el
impresor, y el doblador, y el ayudante, se parten el alma desde que empiezan
hasta que terminan cada número, hasta que ven el rimero de ejemplares ya
dispuestos para salir a la venta. Aquí se entrega el alma, aquí se trabaja con
devoción, aquí –si se vale decirlo- se rompe uno las uñas cuando no hay más
manera de hacer andar la maquinaria.
Es, pues, gracias a ti,
lector, y a todos los acaponetenses y lectores que tenemos en los pueblos de la
región, que EL ECO se ha sostenido. Ya hemos dicho en otras ocasiones, y lo
repetimos hoy, que siempre hemos guardado, y guardaremos siempre, respetuoso
recuerdo de quienes anteriormente estuvieron dirigiendo este periódico. Para ellos,
en el altar de nuestro corazón elevamos oraciones y encendemos velas rogando al
Señor les conceda eterno descanso y que a nosotros nos permita, por los años
que a bien tenga, seguir trabajando en este oficio que tanto nos gusta, en el
cual nacimos y seguramente que en él moriremos.
Este ejemplar de EL ECO que
tienes en tus manos, lector, es el fruto del esfuerzo de todos. Esta edición
especial, con orgullo lo decimos –y muéstrala con orgullo—fue hecha totalmente
en Acaponeta por acaponetenses, y aunque no es ni con mucho lo que desearíamos
ofrecerte hoy que este periódico cumple 80 años, recíbela por favor con
benevolencia, porque te la entregamos con profundo afecto.
Recibe, junto con este ECO,
nuestro abrazo de amigos y de integrantes de la gran familia acaponetense, que
es la familia de todos, con el deseo de que entre nosotros nunca tenga cabida
ni la palabra que ofende, ni el calificativo que denigra.
Para ti, un abrazo de
RODOLFO
ANTONIO SÁIZAR QUINTERO
Así pues, amigo Toño, sirva esta breve reseña para
engordar la ya voluminosa historia de lo que debe ser considerado una de las
tradiciones en uso del pueblo y villa de Acaponeta, Nayarit. Un abrazo.
José Ricardo Morales y Sánchez Hidalgo
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