lunes, 24 de septiembre de 2012

AMORES QUE EN LA LOCURA VIVEN UNA ETERNIDAD



POR: JUAN J. GASPAR. G.
 
"Prefiero volar a correr, hacer a pensar, amar a querer, tomar a pedir, antes que nada soy... partidario de vivir."    
                                                             --Joan Manuel Serrat.
Penélope, sigue esperando aquél tren…

Pobre mujer, silente y con la mirada perdida ve pasar las tardes en aquella vieja estación, meneando su blanco abanico…
Lleva la misma ropa que utilizó aquel lejano domingo, con su bolso marrón y sus zapatillas de tacón alto…  Solitaria camina de un andén a otro, para luego sentarse a esperar el primer tren, aquél en el que prometió llegar su amado Ulises…

Cuentan los lugareños que aquella vieja mujer, de blancos y sedosos cabellos entregó lo mejor de su vida a un joven viajero, quien por amor logró detener su reloj una hermosa tarde de abril…

--No llores, más cariño, no llores más, volveré antes de que los sauces dejen caer sus últimas hojas… ¡Piensa en mí, volveré por tí!  
¡Pobre mujer! Detuvo sus sueños inocentes, reflejados en ese pequeño reloj que guardó con ternura, cuando se fue su amante, en una fresca tarde de abril…

Luego comenzaron a verla, primero ilusionada y sonriente, luego pensativa y ansiosa y con el paso de los días, las semanas, los meses, pudieron mirar los cambios de semblante en su angustiado rostro…  Llegaron los vendavales y las nubes se cubrieron de gris, se secó hasta la última flor de aquellos hermosos huertos y, para ella, hasta los sauces desaparecieron de la  calle mayor… A fuerza de esperar sus ojos ya marchitos por el aire y la tristeza parecían brillar si  escuchaba el silbido de un tren…
¡Pobre infeliz! Solo veía las caras de los mil y un visitantes y al oirlos hablar creían que eran muñecos, simplemente muñecos… Era feliz a su modo, viendo a su amado llegar y decir simplemente volveré por tí…

Cuenta la gente de ese viejo poblado que un buen día aquél caminante regresó y al bajar de aquél tren la miró sentada en su rígido banco de pino verde…  La llamó por su nombre y sonriente le dijo:

-- Deja ya de soñar, de tejer en tu mente esos sueño.  ¡Soy de tí…regresé!
Ella simplemente sonrió… sus ojos se llenaron de ayer, pero ni su piel surcada por los años ni su mente perdida en el recuerdo de esa tarde lejana, le hicieron recordar a su amante…

--Tú no eres a quien yo espero… Era fuerte, era hermoso y viajaba por aquí muy seguido…

Dio la media vuelta y tomando su bolso de piel, marrón, se perdió entre la multitud, hasta que vio partir aquel  tren… 


Amor de cartón-piedra…


Nadie reparaba en la tímida presencia de aquel vagabundo que todas las tarde pasaba por las viejas tiendas de Sidón Village. Como todas las tardes se quedaba por horas plantado frente a una enorme vitrina a través de la cual podía contemplar embelesado y sonriente la inconfundible silueta de una hermosa mujer que habiéndose quedado así, petrificada y silente como un delgado maniquí, cobraba vida en la obsesiva mirada y los sueños desorbitados de aquel loco...

Para el loco Miguel ver esa adorada imagen era sentir la gloria amorosa que nos traen las tardes abril… La mirada fija de aquel maniquí provocaba en él algo más placentero que los arrebatados escarceos que tuvo con algunas chicas que se le habían entregado como resultado de algún deseo enfermizo…   Los labios entreabiertos de aquella muñeca le prometían el éxtasis de una y otra noches, escapándose de aquel exhibidor, para perderse en un resquicio de aquél viejo callejón… Y entregarse, entre sueños a su adorada inmóvil…

Pasaron muchas lunas y una noche de septiembre, con su cuerpo húmedo por el incesante aguacero, llegó decidido a romper aquella cristalina barrera que le impedía realizar sus oníricas obsesiones amorosas…

Tomó  dos enormes guijarros y los lanzó con desesperación hacia el enorme cristal… Luego, sin pensarlo dos veces, tomó entre sus brazos aquel cuerpo frágil de cartón-piedra y  corrió desesperadamente hasta el final de la calle…Ahí lo esperaban ya dos oficiales de la comisaría, quienes de inmediato lo llevaron a la cárcel. Dos días después dos empleados del manicomio local lo llevaron a otro sitio de fatal, pero necesario cautiverio…

Desde hace muchos años vive encerrado entre esas cuatro paredes blancas, en donde sus pocos amigos lo visitan de dos en dos y de cuatro a seis...

¡La loca de la Contaduría ha muerto!

Manuel se embarcó muy temprano en su viejo barco pesquero unos días antes de casarse con Rebeca... Se perdió en las azules enormidades del océano en el viejo embarcadero de San Blas. La mujer esperó hasta el día de su boda, pero al ver que su amado no llegaba, pensó en todas las fatalidades, antes de salir corriendo enloquecida a llorar por las candentes arenas de El borrego,  vistiendo su hermoso ajuar...El tiempo pasó y su blanco vestido comenzó a perder su color y de esa vieja mujer fue quedando una silueta inconfundiblemente poseída por los atrevidos y lúdicos demonios de la locura...

Todos se compadecían de ella, le daban de comer y le ofrecían un rincón de sus humildes moradas...  Podían comprender el dolor de Rebeca, a quien no podía caber en mente la dolorosa muerte de su prometido... Enmedio de sus delirantes paseos alguien le mostró un camino para alejarla de esas tierras, llevándola de la mano hasta el centro de aquel pueblo, para que olvidará la tragedia ocurrida semanas atrás...

Fuerte fue el apoyo recibido y la mujer comenzó a mitigar su dolor trabajando, vendiendo curiosidades en la plaza y trabajando en casas, donde podía recibir alojamiento y comida... Se sabe que un noble varón se la llevó a vivir a la ciudad de Tepic... mas lamentablemente otra tragedia la dejó desprotegida... Se dice que en la Capital este señor fue atropellado y semanas después fue rescatada por sus familiares... 

Han pasado muchos años y siendo una anciana golpeada por el pasado doloroso y siniestro, La loca de la Contaduría, Rebeca Méndez, a sus 63 años cerró sus ojos en tierras muy lejanas a este puerto que guarda en sus entrañas el tesoro de un amor inolvidable...

Con una canción popular se le recuerda :
Sola en el olvido

sola con su espíritu

sola en el olvido
sola con su
espíritu
huuuu....
ella despidió a su amor
el partió en un barco
en el muelle de  San Blas
el juró que volvería
y empapada en llanto ella juró
que esperaría
miles de lunas pasaron
y siempre estaba en el muelle
esperando...
Muchas tardes se anidaron
se anidaron en su pelo
y en sus labios
llevaba el mismo vestido
y por si él volviera
no se fuera a equivocar
los cangrejos le mordían
su ropaje su tristeza
y su ilusión
y el tiempo escurrió
y sus ojos se le llenaron
de amaneceres
y del mar se enamoró
y su cuerpo se enraizó
en el muelle
sola.. sola en el olvido
sola... sola con su espíritu
sola... con su amor el mar
sola... en el muelle de San Blas
su cabello se blanqueó
pero ningún barco
a su amor le devolvía
y en el pueblo le decían
le decían la loca
del muelle de San Blas
una tarde de abril
la intentaron trasladar
al manicomio
nadie la pudo arrancar
y del mar nunca jamás
la separaron
sola.. sola en el olvido
sola... sola con su espíritu
sola... con su amor el mar
sola... en el muelle de San Blas
se quedó, se quedó sola, sola
se quedó, se quedó
con el sol y el mar
se quedó ahí se quedó hasta el fin
se quedó ahí
se quedó
en el muelle de  San Blas
oh....
sola, sola se quedó
sola sola

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